Modo de comer bien, operación importantísima que todo el mundo debiera saber ejecutar


Cuando masticamos, la saliva y el alimento se mezclan; esta mezcla toma la forma de bola, que se recubre por igual de sustancia mucosa, quedando entonces, y no antes, en estado de ser deglutida. Al llegar al estómago, el almidón es digerido por la saliva y convertido en azúcar, y en esta forma pasa a la sangre, sirviendo para darnos fuerza y calor. La digestión o fermentación tiene lugar en el estómago; mas el fermento de la digestión no proviene de éste, sino de las glándulas salivales. Por tanto, el efectuar debidamente la parte primordial de esta función es cosa que depende directamente de nuestra voluntad, pues en nosotros está el masticar bien o mal los alimentos.

Si esta primera parte de la digestión se hace en buenas condiciones, facilita todas las demás, como hemos visto, pues al disolverse el almidón del alimento favorece la penetración de los jugos del estómago en el resto de la sustancia alimenticia; y en todos los casos, salvo en los cuerpos enfermos, el proceso de la digestión se cumple desde el principio hasta el fin, si hemos tenido la precaución de empezarlo bien, masticando como es debido. A todos nos conviene saber esto; y los niños debieran aprender a masticar, cosa que en verdad no es difícil de hacer bien habitualmente. Si nos tomamos la molestia de prestar atención a este acto desde un principio, al cabo de poco tiempo el cerebro se acostumbra a mover regularmente las mandíbulas antes de tragar nada, y desde entonces ya no tenemos que preocuparnos más. Esta es una buena costumbre y de las mejores que podemos adoptar. No es en modo alguno más difícil de aprender que las malas costumbres, y bien vemos que éstas se aprenden, por desgracia, fácilmente.