Las cuatro clases de sabor que encontramos con la lengua


Cuando examinamos la lengua del tigre vemos que está provista de unas fibras afiladas que se mantienen erguidas, pero un poco curvadas hacia atrás. Nuestra lengua, por el contrario, es relativamente lisa.

Pero a más de todas estas particularidades, nuestra lengua es notable por ser el órgano del gusto. Se halla recubierta de unos pequeños puntos especiales a los cuales van a parar los nervios desde el cerebro. Estos bulbos o papilas, como se les llama, son más abundantes en sus costados y en la punta que en la raíz, la cual sirve especialmente para formar el bolo alimenticio y hacerlo pasar a la garganta. Las diversas partes de la lengua difieren en el grado de sensibilidad para percibir los diferentes sabores. Aparentemente existen de éstos cuatro principales, que son: el sabor dulce, el salado, el ácido y el amargo, y puede ser que en la lengua haya nervios y quizá papilas especiales para cada uno de ellos. Otros sabores que no están comprendidos en esa clasificación general se componen probablemente de combinaciones de los cuatro que la forman y también, en parte, son debidos al olfato. Este sentido influye mucho, quizá más de lo que nos figuramos, en lo que llamamos gusto de los alimentos. Cuando estamos resfriados y no podemos oler, las comidas no nos parecen tan sabrosas.