Por qué son distintos el cerebro humano y el de los animales


Ahora bien, después de haber trazado dicho mapa, esto es, después de haber señalado la situación respectiva en la corteza cerebral de los centros de las diversas funciones, de la motilidad voluntaria, de la sensibilidad cutánea, de la vista, del oído, del olfato y del gusto, vemos que la mayor parte de la corteza queda sin señalar, como si dichas partes carecieran de funciones; pues no podemos precisar que aquellos centros tengan algo que ver con alguna de ellas.

Pues bien, si empezamos a examinar cerebros de otros animales, no tardamos en darnos cuenta de un hecho admirable, y es que, al paso que descendemos por la serie animal, o sea, al paso que va siendo más sencilla la organización del animal cuyo cerebro examinamos, tanto más cercanos aparecen entre sí en la corteza cerebral los diferentes centros observables en la corteza del cerebro de la especie humana.

Efectivamente, si hemos descendido de un modo suficiente, vemos que tales centros abarcan la totalidad de la corteza cerebral, pues la motilidad, la visión, la audición, etc., aparecen todas en mutuo contacto, constituyendo todo el cerebro. Pero, si ahora, por el contrario, remontamos en la serie, vemos que los cerebros se perfeccionan y se hacen cada vez mayores; no por ello se hacen mayores los diferentes centros especiales; sino que van separándose gradualmente uno de otro, por la aparición y crecimiento de nuevas regiones que se sitúan entre los referidos centros. Y así va sucediendo en progresión ascendente hasta que, al llegar a la especie humana, el hecho se manifiesta en su plenitud y los diferentes centros cerebrales, que en otras especies constituyen la totalidad del cerebro, en el hombre vienen a ser meros islotes aislados de la corteza del gigantesco cerebro humano.

¿Cuál es entonces la función y el significado de estos enormes espacios que han aparecido y a los que se debe en realidad el crecimiento considerable del cerebro? Cuando interrogamos a las referidas zonas, permanecen, por decirlo así, en silencio, habiendo sido llamadas las áreas mudas o áreas silenciosas del cerebro. El estudio del trayecto de las fibras nerviosas, que emergen o van a parar a dichas zonas cerebrales, nos servirá en gran manera para resolver esta cuestión.