El oído interno es más admirable que el externo y el medio


La mayor parte del oído interno está constituido por una delicada formación ósea, muy semejante en su forma a la concha de un caracol, viéndose en los cortes que es un conducto que afecta la figura espiral. La totalidad del oído interno está llena de un fluido, y cuando la baso del hueso estribo ha sido puesta en vibración por una onda sonora, la membrana en que dicho hueso se apoya vibra también trasmitiéndose el movimiento al líquido que se encuentra en la parte interna de dicha membrana, y las ondas, así producidas, se trasmiten a lo largo del conducto espiral.

Ahora bien, examinando atentamente con ayuda del microscopio el interior de este conducto, comprendemos que hemos llegado a la parte esencial del mecanismo del oído; todo lo que antecede es un mero transmisor del sonido. La oreja, el conducto auditivo externo, la caja del tímpano u oído medio, con su cadena de huesecillos, y el mismo canal espiral lleno de líquido, todas estas formaciones orgánicas no tienen otro objeto que hacer llegar el sonido en las mejores condiciones posibles hasta las terminaciones del nervio auditivo, y todas ellas pueden perfectamente compararse con las partes anteriores del globo del ojo, que muy en breve vamos a estudiar.