El apetito como guía natural para el alimento


En primer lugar, debemos aprender, de una vez para siempre, que la naturaleza nos ha dado una guía, que debemos tener siempre presente. Los animales no piensan nada con respecto a los alimentos y, sin embargo, saben de ellos todo lo que necesitan saber. Nunca han oído hablar de proteínas; no obstante, son bastante discretos para tomar lo que les conviene y cuando lo necesitan, y no en otro momento.

Tal es el estado ideal de cosas que los seres humanos están muy lejos de haber alcanzado. El secreto del animal está en que tiene un apetito natural y sano que lo guía constantemente. El apetito- es una guía tan maravillosa, que selecciona dentro de límites increíbles los alimentos convenientes. Así, si se coloca una rata blanca dentro de una jaula con numerosos recipientes y frascos que contengan, cada uno, alimentos simples o vitaminas determinadas, el animal seleccionará y comerá una cantidad adecuada a sus necesidades orgánicas, de cada una de las sustancias. Sí padece de insuficiencia de sal en su sangre, ingerirá una buena cantidad del recipiente que la contiene; si la insuficiencia es de calcio, tomará suficiente cantidad de este elemento; y así obrará hasta normalizar sus deficiencias alimenticias. Es decir, que mediante su apetito el animal selecciona la dieta más conveniente. Pero si observamos un animal doméstico, esto es, que vive con los hombres, y le procuramos nosotros su alimento, en lugar de dejarle el que apetece espontáneamente en estado salvaje, veremos que come cuando en realidad no lo necesita; que come cosas que no son buenas para él; que rechaza otras que le convienen; que come más de lo regular de cosas perjudiciales; en una palabra, procede exactamente como si fuera uno de nosotros.