CÓMO ESTÁ CONTRUIDO NUESTRO CUERPO


Para construir un gran edificio se comienza por levantar un esqueleto de hierro o de cemento que será el sostén de toda la construcción, sin el cual ésta se desmoronaría. También el cuerpo humano posee su sostén, y las partes más duras de nuestro organismo, es decir, los huesos, son los que lo constituyen.

Nuestros huesos no se ven; están recubiertos por músculos, aponeurosis, tejidos grasos y piel. Sin embargo, esto no se observa en todas las especies animales, pues en algunas, las partes duras, de sostén, no están en la profundidad del cuerpo, sino que tienen su equivalente afuera -como ocurre, por ejemplo, en el cangrejo-, en la caparazón que los recubre. Por el contrario, otros animales carecen completamente de esqueleto. Ésta es la razón por la cual se ha dividido el reino animal en dos grandes grupos: animales vertebrados y animales invertebrados.

Los zoólogos llaman animales invertebrados a los que carecen de columna vertebral; ésta, en los vertebrados, se halla formada por varios huesos superpuestos llamados vértebras, de donde se derivan las palabras invertebrados y vertebrados, esto es, sin y con columna vertebral, o lo que es equivalente, sin o con lo que llamamos espinazo o espina dorsal. A los animales invertebrados pertenecen los gusanos, los artrópodos, los moluscos y muchos otros que nos son familiares por haber sido ya descritos en esta obra. Diariamente vemos muchos invertebrados. ¿Quién no ha salido a cazar mariposas?, ¿quién no ha sido picado por un mosquito o molestado por una mosca?

De todas estas especies, los animales vertebrados son los más evolucionados y perfectos, tanto que comúnmente se les llama animales superiores, grupo al que pertenece el hombre. Son todos seres de esqueleto interno, cuyo eje está formado por varias piezas llamadas vértebras; todas forman la columna vertebral.

Fue un sabio francés, Juan Bautista de Lamarck, quien a principios del siglo xix introdujo el nombre de vertebrados en la ciencia. Pero ya Aristóteles, gran filósofo griego que nació en el año 384 antes de Cristo, había agrupado a los vertebrados entre los "animales provistos de sangre".

Ahora bien, dentro de los mismos vertebrados se puede observar un gradual perfeccionamiento. Constituyen el peldaño inferior de esta escala los peces, siguen los batracios, después los reptiles, las aves; en el peldaño superior están los mamíferos y en la cúspide el hombre.

No obstante, la estructura de un esqueleto, su composición, podemos observarla en un simple pez, por ejemplo, en un arenque. Como es fácil comprobar, la cabeza del arenque está situada en un extremo de un rosario de huesecillos que ocupan el eje medio del cuerpo. Cada uno de esos huesecillos es una vértebra, y el conjunto de los mismos constituye la columna vertebral. Esta columna es hueca, como un tubo, y ese espacio está ocupado por un tejido blando, llamado médula espinal, que no es otra cosa sino un conjunto de cordones, fibras y células nerviosas que transmiten, a lo largo de todo el cuerpo, las órdenes que da el cerebro para que se cumplan las diversas funciones orgánicas, entre ellas las que mueven los músculos de las aletas, en el ejemplo del pez, o los músculos de los miembros en los mamíferos.