El sentimiento de la admiración, que no debemos permitir que se extinga jamás en nosotros


Mucho más importante es el instinto de la curiosidad, que se da la mano con el sentimiento de la admiración. La curiosidad se ha desarrollado mucho entre los animales superiores, mostrándose más intensa en los simios que en las demás especies del reino animal, excepción hecha del hombre. Esta natural inclinación a registrar y curiosear todo lo que se nos presenta como nuevo y desconocido, ejerce una gran influencia en nuestra vida; pero, a decir verdad, en las personas adultas la curiosidad se halla restringida a sus justos límites. Prácticamente, puede decirse que todos los muchachos la poseen en alto grado, y a menudo les impulsa a efectuar diabluras, les hace víctimas de graves accidentes, etc.; pero, es a la vez un estímulo que les hace aprender muchas cosas.

En los adultos, el sentimiento de la admiración, correlativo del instinto de curiosidad, llega con mucha frecuencia a debilitarse extraordinariamente, y entonces aquéllos lo ven todo con la mayor indiferencia. Sin embargo, el instinto de la curiosidad y la emoción admirativa poseen inmensa importancia, y en los individuos en quienes persisten en todas las edades, constituyen el móvil más poderoso de su esfuerzo intelectual. El instinto y sentimiento de que hablamos han contribuido poderosamente a que los hombres realizaran descubrimientos e invenciones, y a que excogitaran las más curiosas teorías relativas al mundo y la humanidad. Cuando una persona combina las cualidades mencionadas con una privilegiada inteligencia que sabe utilizarlas como instrumentos propios, sin temor a equivocarnos podemos asegurar que será con el tiempo un hombre ilustre.

También son en extremo importantes el instinto de la lucha y la pasión de la cólera, que es su natural complemento, aunque no se hallen tan difundidas como, por ejemplo, la emoción del temor, que poseen todos los hombres en una u otra forma, incluso aquellos que pretenden no saber lo que es miedo. Es digno de observar que el instinto de la lucha y la pasión de la cólera son mucho más poderosos en el hombre que en la mujer.