Búsqueda de agua en extraña tierra y abnegación de Xury


“Encargué al muchacho tuviera el mayor cuidado en no perder de vista la lancha, temiendo que bajasen canoas de salvajes, y me alejé; vi luego que se encaminaba hacia una explanadilla a corta distancia y hube de alarmarme al ver que de pronto corría tras mí. Me figuré que se habría visto perseguido por alguna fiera, o por los salvajes, y me apresuré a correr en su socorro. El chico corría llevando sobre los hombros un animal que había cazado, parecido a una liebre, aunque de diferente color y patas más largas, de lo cual hube de quedar muy contento, pues era un buen manjar.

“Pero la grande alegría que sentí fue al decirme Xury que había dado con buena agua, y no con salvajes; ahora no teníamos que sentir inquietud alguna: había descubierto en un altozano cerca de la cala un manantial de agua fresca, que brotaba durante la bajamar; llenamos con ella nuestros cántaros, hicimos honor a la liebre, y nos preparamos a continuar seguidamente el viaje.”

Después de un encuentro con una tribu de negros pacíficos, Crusoe fue costeando hasta cerca de Cabo Verde, donde fue recogido por un buque portugués que iba a Brasil. El capitán se mostró animado de los más amistosos sentimientos y se negó a aceptar nada, pero le pidió a Crusoe le vendiese el muchacho y la lancha. Repugnóle lo primero, pero el capitán le prometió que lo dejaría en libertad. si en el término de diez años se hacía cristiano, y como Crusoe ya sabía que lo haría, dejóle que se lo llevara el portugués.