Gulliver es exhibido como un bicho raro en Brobdingnag


“Entretanto, yo no cesaba de gemir y llorar a lágrima viva, y volvía la cabeza a ambos lados para darle a entender, lo mejor que podía, cuan terrible era el dolor que me causaba la presión de su pulgar y su índice. Pareció entonces comprenderme, pues levantando la cartera del bolsillo de su casaca colocóme suavemente en ella y echó a correr enseguida hacia donde se hallaba su amo, que era un rico labrador y la misma persona que yo había visto primeramente en el campo.”

Muy bien recibido fue Gulliver por la familia del labrador y tratado como el juguete predilecto de la hija de éste. Aconsejaron entonces al labrador que lo exhibiese mediante el pago de un precio de entrada; y vendiéronle, por fin, a la reina de aquel Estado, por lo cual pudo celebrar, cuando hubo ya aprendido el idioma del país, largas conferencias con el rey. Un ingenioso carpintero hizo para él una especie de cajón, que quedó instalado en el palacio, y durante todo este tiempo estuvo al cuidado de la hija del labrador.

Después de haber corrido numerosas aventuras, hallábase un día en su cajón, cuando fue cogido de repente por un pájaro colosal y llevado hacia el mar, donde cayó. El capitán de un buque divisó el cajón y lo recogió.

Así fue como Gulliver recobró su libertad y volvió a Inglaterra en junio de 1708.

Pero aquí se nos ponen de manifiesto las consecuencias de haberse familiarizado con gentes y cosas totalmente diferentes de las nuestras, pues, al llegar a su patria, la pequeñez de las casas, de los árboles, del ganado y de la gente, hiciéronle empezar a creer que se encontraba en Liliput.