Villano golpe maestro en una gran jugada para hacer fortuna

-Acabáis de matar a un hombre, Rantaine -exclamó con toda calma.

Volvióse rápidamente el asesino y se encontró frente a Clubín, que le encaraba el arma.

-Estaos quieto -continuó el capitán-, que hay aquí seis balas y puedo mataros o dar aviso al guardacostas más cercano.

Despavorido y acobardado por el crujido del gatillo, que hizo sonar Clubín, le preguntó Rantaine qué pretendía de él.

-Ayer os estuve vigilando -exclamó Clubín con voz de irritante calma-, mientras os hallabais en casa de un cambista que os entregó tres billetes de mil libras esterlinas cada uno a cambio de setenta y seis mil francos. Ese dinero se lo habéis robado a maese Lethierry; os entendisteis con el capitán de ese buque para poder escapar. Lleváis los billetes en vuestra petaca. Esto no lo podéis negar. Estáis por completo en mis manos. Venga la petaca.


Desde el borde del acantilado vio a un guardacostas que vigilaba un buque fondeado a corta distancia de la playa. Del costado del buque, partió al remo un bote en dirección a la orilla. Mientras el guardacostas permanecía vigilando, deslizóse por la roca, silencioso como un gato, un alto y fornido marinero, y descargándole un violento golpe en la espalda, envió al descuidado guardacostas de cabeza al mar. El asesino se quedó tranquilamente mirando los rizados círculos que formaba el agua en el lugar donde había desaparecido el cuerpo de la víctima, mientras Clubín, saliendo de su escondrijo bajaba quedamente, revólver en mano.