Los españoles logran engañar totalmente a Caupolicán y sus huestes


Andresillo titubeó un poco, porque el corazón vil se le encogía ante la imponente apariencia,

“el ser gallardo y el feroz semblante, la proporción y miembros de gigante de aquel dignísimo y valiente varón.”

Sin embargo, llevó adelante su traición aconsejándole que al mediar el día siguiente cayera sobre la plaza, pues a esa hora quedaba desguarnecida; los soldados -explicó-, a fin de poder velar toda la noche, dormían larga y confiada siesta. \ aun le dijo, haciéndose el inocente:

-¿Por qué no envías a Pran una hora antes, a fin de que con sus propios ojos vea cómo la guardia se entrega

“al ordinario y descuidado sueño?”

Agradeció al cacique los ricos obsequios que le hizo y, mientras se retiraba del campamento en compañía de Pran, fue tomando disimulada pero buena cuenta del número de hombres y del poderío de sus armas-Poco más tarde, Reinoso escuchaba sus inapreciables noticias e impartía las órdenes necesarias para que, en la siesta de la jornada próxima, la ranchería pareciera sumida en el más plácido sueño.

Por eso, cuando Pran llegó a Purén y Andresillo lo llevó consigo de uno en otro sitio,

“Vieron en sus estancias recogidos
todos los oficiales y soldados
sobre sus lechos sin dormir dormidos:
con aviso y cuidado descuidados,
los arneses acá desguarnecidos,
los caballos allá desensillados,
todo de industria al parecer revuelto.
en un mudo silencio y sueño envuelto”.

El espía salió bebiéndose los vientos, ansioso de confirmar aquellos datos a Caupolicán, quien sólo eso esperaba para dar la orden de avanzar a las tropas, que se hallaban emboscadas a cierta distancia.