Robin Hood se une al "caballero negro" en el asedio al castillo


Durante el sitio, Rebeca se situó en la torrecilla donde yacía herido Ivanhoe y rogó a Ulrica, anciana a cuyo cuidado estaba confiado, que le dejara encargarse de él.

El alboroto dentro del castillo, ocasionado por los preparativos de la defensa, aumentaba incesantemente; todo eran clamores y barahúnda; Ivanhoe, impacientado por sus heridas, mostraba ansias de contemplar la batalla.

-Si pudiera siquiera llegar a rastras hasta la saetera -decía- podría ver cómo pelean esos valientes; y aunque sólo me fuera dado disparar una flecha o descargar un golpe de hacha, para nuestra liberación..., quedaría contento; pero es en vano, ¡en vano! ¡Ni tengo fuerzas, ni tampoco llevo un arma!

-No os atormentéis con esos pensamientos, noble caballero, respondió Rebeca. Yo me subiré a la saetera y os daré cuenta de lo que pase.

-¡Oh, no hagáis eso! ¡no hagáis eso! -exclamó Ivanhoe-. ¡Cada saetera, cada rendija es un blanco para los arqueros! Podría entrar una flecha por casualidad...

-¡Sea bienvenida! -murmuró Rebeca- y con firme paso subió los dos o tres peldaños que conducían al mirador de que hablamos.