Bravura y fortaleza de Rebeca, la hermosa judía


A pesar de los llamamientos de Ivanhoe, la valerosa doncella (enamorada perdidamente del caballero) cogió un antiguo escudo para resguardarse, y le fue enterando de las peripecias de la batalla. Cuando oyó las proezas del “Caballero Negro” no pudo menos de comprender quién era el que tan valerosamente acudía en su auxilio. Con la ayuda de Ulrica, que por vengarse de Frente-de-Buey había pegado fuego al castillo, quedaron triunfantes los sitiadores, e Ivanhoe fue sacado de la incendiada fortaleza, en brazos del valeroso “Caballero Negro”.

Rebeca fue descubierta por el templario y conducida por éste ante un tribunal, acusada de brujería; pero su intrepidez conquistó luego el ruin corazón de Bois-Guilbert, que pidió perdón y le fue otorgado- Disponíase ya a facilitarle la fuga, cuando hubo de ceder a las reflexiones de un astuto consejero, el cual le hizo presente que si quería conservar su posición en el castillo de Templestowe era preciso que Rebeca fuera condenada a morir en la hoguera, a menos que se presentase un campeón en su favor, y contra él. Era difícil que ello ocurriera; pero, a último hora, aquél apareció: era Wilfredo de Ivanhoe. Al verle, el templario exclamó: -No quiero combatir con vos ahora. Curaos antes las heridas y procuraos mejor caballo. -El caballo de Ivanhoe estaba, en efecto, derrengado al cabo de tantas horas de carrera.-No sería digno de mí pelear con aquel que sólo muestra tener fanfarronería.

Pero Ivanhoe insistió, y su adversario tuvo que aceptar el reto, por más que Rebeca le suplicaba que la dejase morir sola con firme y admirable decisión ante el sacrificio.

Trabóse el combate; Ivanhoe, débil como se hallaba por sus heridas, cayó derribado ante la certera lanza y el vigoroso caballo del templario. Pero Bois-Guilbert cayó también, aunque apenas había sido tocado por la lanza de Ivanhoe. “Murió víctima de la incontinencia de sus arrebatadas pasiones”. Su muerte fue atribuida a¡ “juicio de Dios”.

Rebeca salió declarada libre e inocente. En aquel momento llegaba Ricardo a galope, con buena escolta, para declararse campeón de la judía. Disolvió el Capítulo del Temple que había condenado a Rebeca; y nuevamente en el trono, habiendo reconciliado a padre e hijo, presidió el casamiento de Ivanhoe y ladi Rowena en el monasterio de York. Rebeca y su padre partieron de Inglaterra y se trasladaron a Granada, donde finalmente vivieron en paz.