Sobre la pista de los indios para libertar a los prisioneros


El coronel Munro. el comandante Heyward, Ojo de Gavilán y los dos mohicanos lograron salir salvos y sanos de la lucha, y como Uncas estaba seguro de que Cora y Alicia habían sido hechas prisioneras por los hurones, decidieron dirigirse a las grandes selvas del norte, con la esperanza de libertarlas, pues en aquel distrito de la selva americana los hurones tenían un campamento. También estaban acampados allí los indios delawares, los cuales eran de la misma raza que los mohicanos. Día tras día siguieron los cinco la pista en el interior de la selva, hasta que se convencieron de que habían llegado cerca del campamento indio.

Saliendo cautelosamente del bosque a través del cual habían seguido la pista, vieron a corta distancia una colonia de castores trabajando en el río. Un individuo de aspecto extraño contemplaba a los diligentes animales. Era Gamut, el maestro de canto. Tomando las precauciones del caso, llamaron su atención; acercóse y enteráronse por él de que Alicia estaba prisionera entre los hurones, cuyo campamento se encontraba a unas dos millas de allí, mientras Cora había sido confiada a los delawares, a una distancia de diez millas. Hasta entonces las prisioneras no habían sufrido ningún daño, pero ¿quién pedía adivinar la suerte que les esperaba. Gamut, que no estaba tan loco como parecía, había disfrutado de completa libertad en el campamento, y su ayuda resultó de gran valor para los libertadores.