La rendición del fuerte inglés. Las hijas del coronel caen otra vez en manos de los indios


El pequeño gruño se encaminó entonces resueltamente hacia el fuerte William Henry; pero al acercarse encontraron que las tropas de Montcalm habían empezado ya el asedio de la plaza. Afortunadamente, se extendió de pronto una de aquellas nieblas que suben de improviso desde el lago, y Ojo de Gavilán, que conocía bien el terreno, pudo conducir a sus amigos a través de las líneas francesas sin ser divisados, y fueron luego recibidos con gran alegría por el anciano coronel Munro, quien estaba preparado para defender el fuerte contra el enemigo.

Muchas son las narraciones de aquellos días del dominio británico en Norteamérica, que refieren la bravura con que el viejo guerrero escocés y su pequeña guarnición (compuesta principalmente de “Americanos Reales”, pertenecientes al regimiento en que Heyward era comandante) defendieron el fuerte William Henry contra las fuerzas abrumadoras de Montcalm. Por fin, Munro y su guarnición tuvieron que rendirse, pero les fue concedido el privilegio de retirarse con todos los honores de la guerra y un salvoconducto hasta el fuerte Edward. El salvoconducto resultó vano, pues en su marcha a través del bosque fueron atacados y acuchillados por unos dos mil indios agregados al ejército de Montcalm. Magua había aprovechado también la ocasión para aparecer de nuevo con una pequeña banda de hurones, y en la confusión consiguiente, logró llevarse cautivos a las dos hermanas y al maestro de canto.