Dantés llega a ser aprovechado discípulo del abate


Edmundo dio pruebas fehacientes de ser un discípulo aprovechadísimo, y aquellas largas horas, pasadas, el uno en explicar y el otro en escuchar lecciones de filosofía, de historia, de ciencias naturales y de lenguas, produjeron en ambos un placer lleno de melancolía que suavizó en gran manera sus amarguras.

El abate, al estudiar el caso de Edmundo, pudo demostrarle que el enemigo causante de su encierro en el Castillo de If, no era otro que Villefort, sobre cuyos generosos sentimientos se había engañado grandemente. Refirió un día el abate a Edmundo su historia y luego, cuando sus fuerzas empezaron a decaer y un ataque de parálisis inutilizó uno de sus brazos, descubrió a su compañero el gran secreto que poseía y que le había valido el mote de Abate Loco.

Antes de haber sido preso, el abate era secretario del Conde Spada, último vástago de una famosa raza de nobles italianos; dicho conde había fallecido en 25 de Diciembre de 1807. Durante el tiempo que el abate estuvo con él, llegó a su conocimiento que uno de los Spada del siglo XV, que era cardenal, murió envenenado juntamente con su sobrino por agentes secretos de César Borgia, a fin de que pudieran entrar en posesión de su inmensa fortuna el Papa y sus amigos.

Pero un estudio extremadamente minucioso de la historia de los personajes más famosos de Roma relacionados de una u otra manera con los Spada de aquel tiempo, probó al abate Faria que ninguno de ellos había obtenido beneficio alguno de la muerte del cardenal Spada y de su sobrino. Juzgó el abate de todo esto que el cardenal había escondido sus fabulosas riquezas, con objeto de impedir que cayeran en manos de sus enemigos de Roma, procurando que únicamente su sobrino estuviera en el secreto.

Durante muchos años, Faria había buscado entre los documentos pertenecientes a la familia Spada, esperando hallar algo que equivaliese a una especie de testamento, pero sus gestiones fueron inútiles. Al ocurrir la muerte del conde, su señor, heredó su biblioteca, de la cual formaba parte su famoso breviario o devocionario medieval, que había constituido uno de los tesoros más preciados de los Spada. Cierta noche, necesitando súbitamente una luz, anduvo a tientas en busca del breviario, porque se acordaba de cierto pedazo de papel amarillo de puro viejo, que en él había, y que probablemente hacía siglos servía como de señal de página. No le atribuía ningún valor, pues carecía de escritura, y aplicando un extremo al fuego de la chimenea empezó a arder. Pero ¿cuál no fue su asombro al observar que a medida que el papel ardía iba apareciendo una escritura amarillenta en su superficie?