El tesoro enterrado en la isla de Monte-Cristo


Apagó inmediatemente la llama, aunque no antes de que ésta hubiese destruido una parte considerable del papel. Excitado por la curiosidad, encendió la bujía en el mismo fuego de la chimenea, y luego, examinando el trozo de papel que quedaba, vio que la acción del calor había hecho aparecer una escritura trazada con una tinta especial que sólo se hacía visible por la acción del fuego.

He aquí lo que leyó:

Hoy 25 de Abril de 1498, ha . . .
sido invitado a com . . .
jandro VI y temiendo que, . . .
tentó con haber . . .
el capelo, trate de her . . .
ciendas, reservándom . . .
los cardenales Cap . . .
glio que murieron era . . .
dos, declaro a mi sobrino G . .
Spada, mi heredero univer . . .
he enterrado en . . .
conoce por haberlo visit . . .
a saber, las grutas de Monte-Criso . .
lo que yo poseía en barr . . .
nado, pedrería, diam . . .
sólo yo tengo notic . . .
soro que ven . . .
unos dos millones a . . .
de escudos romanos y qu . . .
levantando la vigésima roe . . .
la ensenada del Este en lín . . .
grutas, hay practicados dos . . .
ro está en el ángulo más lej . . .
segunda gruta. Este tes . . .
propiedad absoluta com . . .
único heredero. . . .
25 Abril, 1498. Cés. . . .

Aun después de haber sido preso el abate Faria casi a raíz de este descubrimiento, no dejó de mano la tarea de completar las líneas que el fuego había consumido y algunos años más tarde sus esfuerzos se habían visto recompensados. La parte quemada decía así:

. . . hiendo
. . . er por S.S. Ale-
. . . no con-
. . . me hecho pagar
. . . edar mis ha-
. . . e la suerte de
. . . rara y Bentivo-
. . . ponzoña
. . . uido
. . . sal, que
. . . un lugar que ya
. . . ado conmigo
. . . to, todo
. . . as, oro acu-
. . . antes y alhajas;
. . . la de este te-
. . . cha a importar
. . . poca diferencia
. . . e encontrará
. . . a, empezando por
. . . ea recta. En las
. . . aberturas; el teso-
. . . ano de la
. . . oro se lo lego en
. . . o a mi
. . . ar Spada.

Explicó minuciosamente el abate y con gran excitación, cómo llegó a penetrar en el misterio del papel quemado y cómo su solución le había demostrado que en la isla de Monte Cristo aguardaba al dichoso mortal que supiera hallarlo, un tesoro que no bajaría de trece millones.