Garrone era el defensor de los más débiles


Algunos días después, llegó a la escuela un muchacho del extremo meridional de Italia. Su tez era muy morena y sus grandes ojos negros miraban con temor. El maestro le tomó de la mano y nos dijo: "Este italianito viene de una región que está a más de ochocientos kilómetros de aquí. Sed buenos con él, y mostrad-le que un niño italiano encuentra hermanos en todas las escuelas. Nuestra patria ha luchado por espacio de cincuenta años; y muchos miles de italianos han derramado su sangre para que todos formemos hoy una sola nación". El mayorcito de la clase dio la bienvenida al nuevo camarada en nombre de todos.

Hay en nuestra clase niños de las más diversas condiciones sociales: algunos, hijos de padres ricos, y otros, de humildes familias. Pronto empecé a trabar amistad con algunos de ellos. Había quienes intentaban maltratar a los pobres muchachos débiles o mal vestidos, pero Garrone, que era el más alto y fuerte de la clase y tenía cerca de catorce años, y además un carácter bondadoso, los defendía siempre. Un día un pobrecito lisiado, al cual habían atormentado de esa manera cruel, lanzó un tintero contra sus atormentadores. No les tocó, y en cambio fue a chocar contra el maestro que en aquel momento aparecía por la puerta. Se puso muy serio y preguntó quién lo había lanzado. Garrone se levantó al momento y contestó: "He sido yo". Pero el maestro replicó tranquilamente: "No; no fuiste tú". Entonces el pobrecito lisiado explicó que le habían pegado e insultado, hasta que, cansado de sufrir, les había lanzado el tintero. El maestro ordenó a los provocadores que se levantaran, y al alzarse de sus bancos los cuatro culpables, les dijo el maestro: "Sois unos cobardes por haber atacado a uno más débil que vosotros, y haberos burlado de él estando abatido". Los muchachos quedaron muy avergonzados.