LA CASA DE LA PATRIA


(Leyenda histórica venezolana)

Allá por el año 1813 vivía en la ciudad de Mérida, Venezuela, doña María Simona Corredor de Pico, viuda de unos cuarenta años de edad, sin hijos ni parientes cercanos. Su difunto esposo le había dejado algunas economías, de las que disfrutaba con recato y moderación, entregada a las faenas de la casa, sólo inquietada por las noticias políticas que, a partir del 19 de abril de 1810, turbaban el sosiego de su vida, pues era de todos conocido su ardoroso sentimiento de amor a la naciente patria.

En el recibimiento del ejército de Bolívar, los habitantes de Mérida destacaron su entusiasmo y patriotismo, ya enrolándose en él, ya entregando sus donaciones en armas o especias. Doña María Simona se sentía movida a la generosidad patriótica y esperaba el momento oportuno para manifestar su adhesión a la causa.

Cierto día, su vecino, el presidente de la Municipalidad, abrió un empréstito en favor del ejército y fue a ver a doña María Simona.

-Vecina -le dijo-, vaya contando el dinero.

-¿Qué ocurre, don Ignacio? -preguntó la viuda.

-Pues, que urge equipar el ejército, carente de muchas cosas necesarias, que seguirá su marcha de un momento a otro. Y, como el dinero escasea, el Ayuntamiento acordó un empréstito forzoso.

-¿De suerte que el brigadier Bolívar está necesitado de fondos?

-Ni más ni menos; y usted, de seguro, no le negará su ayuda.

-Cincuenta pesos tengo en dinero, señor, y están a su disposición.

Don Ignacio hizo un gesto de sorpresa y le contestó sonriendo:

-Pues... yo la hacía más rica, vecina, y por eso la inscribí con quinientos pesos.

-¡Quinientos pesos! Pocas veces los he visto juntos; pero, en fin, don Ignacio, si todos tuvieran la voluntad de dar que yo tengo, pronto estaría equipado el ejército...

-Lamento mucho haberme equivocado vecina.,.

-No, no; llévese usted los cincuenta pesos y... después hablaremos.

Doña María Simona hizo innúmeras diligencias, que a la postre resultaron inútiles, para vender sus valiosas alhajas y su vajilla de plata.

Pasaron los días y llegó, por fin, aquel tan temido por la viuda, el de la partida del ejército, sin que ella hubiera podido obtener el dinero que daría pruebas de su patriotismo.

Ya las tropas estaban formadas en la plaza, cuando se vio venir, acompañada por el presidente de la Municipalidad, a doña María Simona. Llevada la dama ante el Libertador, fue presentada a éste por su acompañante, en los siguientes términos:

-Brigadier, tengo el gusto de presentarle a doña María Simona Corredor de Pico, viuda, ferviente patriota, quien desea hablarle.

-Señora -dijo Bolívar-, ya he oído vuestro nombre como el de una distinguida compañera de causa.

-Sí, señor, soy patriota -dijo la viuda- y vengo a ofreceros mi casa, que podéis vender aquí mismo en mil doscientos pesos, donativo espontáneo que hago a la Patria, ya que no puedo servirla de otro modo.

-Pero, señora -objetó el Libertador-, acaso esta generosa acción pueda perjudicar a vuestra familia y dejaros a vos misma sin abrigo.

-Estoy sola en el mundo, sin hijos ni familia próxima, y no temo arruinarme con esta donación que os ruego aceptéis en nombre del ejército y de la causa que defendéis. Sólo así quedaré tranquila.

-Sea, pues, señora; jamás olvidaré vuestro rasgo de generosidad que proporciona recursos para la campaña, y que me da a conocer el entusiasmo de la mujer merideña por la libertad de nuestra Patria.

En el archivo público de Mérida se conserva, para perpetua memoria, la escritura de donación de dicha casa a favor de la Patria. Fue ésta la primera finca propia, obtenida por donación directa, de que disfrutó Venezuela, y en tal calidad es conocida en aquel país, a pesar de haber desaparecido hace muchos años, con el nombre de “La casa de la Patria”.


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