Júpiter, el gigantesco planeta que con sus satélites forma un pequeño sistema planetario


Más allá de Marte y de los pequeños planetas, a una distancia media del Sol de 775.000.000 de kilómetros, encontramos el gigantesco planeta Júpiter, que es el mayor de los conocidos. Emplea 4.330 días terrestres (casi 12 años) en completar una vuelta alrededor del Sol, lo que equivale a decir que, en el mismo tiempo en que Júpiter da una vuelta en torno del Sol, la Tierra lo hace doce veces.

Júpiter presenta extrañas características. Su volumen es 1.312 veces superior al de la Tierra, pero gira más rápidamente que ésta: emplea sólo menos de 10 horas en cumplir una vuelta sobre su eje. Como además el diámetro de Júpiter es mayor que el de la Tierra, resulta que todos los puntos del ecuador, se mueven con una velocidad 27 veces mayor que si estuviera en el ecuador terrestre. Ésta es la causa por la cual el globo de Júpiter está notablemente achatado en los polos y abultado en el ecuador. En efecto, el diámetro que pasa por el ecuador de Júpiter mide 139.560 kilómetros, mientras que el que va de polo a polo (que corresponde al eje), mide unos 8.000 kilómetros menos. Este abultamiento de la zona ecuatorial corresponde al que experimenta un cuerpo que no es rígido, si está sometido a veloz rotación.

Si bien Júpiter es 1.312 veces más voluminoso que la Tierra, tal como lo hemos dicho, la masa que encierra es solamente 318 veces la de nuestro planeta. Esto significa que Júpiter posee una densidad cuatro veces menor que la de la Tierra.

Se supone que el gran planeta Júpiter está, en parte, formado por materiales líquidos y gaseosos, que forman gruesas capas alrededor del globo sólido. Observado con el telescopio, se ven características manchas y fajas, que en el transcurso del tiempo van modificando su aspecto. Se trata, sin duda, de espesas formaciones nubosas que flotan en la atmósfera de Júpiter. Si bien esa capa impide ver la superficie del planeta, se supone que ésta debe hallarse en estado semilíquido, debido a la alta temperatura que posee. Es posible que en Júpiter no se haya formado todavía la corteza sólida, lo que se explica por el lento enfriamiento de un cuerpo de tan grandes dimensiones. Hay incluso algunos autores que consideran que Júpiter debe tener una débil luz propia. Respecto a la atmósfera, que a veces se ve intensamente perturbada por grandes tormentas, es muy rica en amoniaco y metano, este último denominado también gas de los pantanos.

Es evidente que Júpiter, aunque se haya originado juntamente con la Tierra, ha tenido una evolución más lenta que la de ésta. Resulta, pues, un planeta relativamente joven, lo cual es de gran interés para nosotros, pues en Júpiter podemos apreciar una reproducción de lo que sucedió en nuestro planeta cuando empezó a formarse su corteza sólida.

Alrededor de Júpiter gravitan doce satélites, cuatro de los cuales fueron descubiertos por Galileo cuando, por vez primera, observó al planeta con su telescopio. Algunos de esos satélites están muy alejados del astro central, y es posible que hayan sido planetoides que cayeron en la esfera de atracción del planeta.