Las dificultades que presenta el estudio de cosas tan lejanas


La influencia que la distancia ejerce en la apreciación relativa de las cosas es tan grande, que hasta los más experimentados astrónomos se ven a menudo en las mismas dificultades con que tropieza el vulgo cuando quiere conocer la gran diferencia que existe entre Venus y Sirio. Si un vecino se rompe una pierna, nos parece un acontecimiento más importante que si en China perecieran ahogadas veinte mil personas a causa de una inundación; y cuando leemos el periódico, un asesinato cometido ayer nos parece mil veces más importante que la muerte de Sócrates Y es ésta la aparente contradicción de semejantes apreciaciones.

Tal vez habréis oído hablar de Pedro el Distraído, que se cayó en un estanque por ir mirando al cielo en vez de fijarse en donde ponía el pie. Claro es que debía haber tenido más cuidado. Pero la gente que sólo se interesa de las cosas que están a su alrededor, debería formarse de Pedro, como de cualquiera que se concentre en la observación de las maravillas naturales, un mejor concepto. Muchos son los sabios que parecen distraídos, cuando en verdad están tan concentrados en el problema que les preocupa que se aíslan mentalmente de todo lo que los rodea. Eso lo saben también los alumnos a quienes el maestro llama la atención por estar distraídos. Si bien lo están con respecto al tema que se estaba tratando, las más de las veces están pensando en otras cosas que les llaman más la atención.

A los investigadores les parece a veces más sensacional un pequeño cambio de color de una estrella casi imperceptible, que un choque o un incendio que reúne a multitud de curiosos en una esquina.

Entre los millones de sistemas solares que jamás conoceremos, ninguno con más detalles que el nuestro; pero cada vez que dirijamos la vista a una estrella, debemos considerarla como la consideraba Giordano Bruno, y tener presente que es un sol tan brillante como el nuestro, quizá rodeado de planetas, alguno de los cuales podría estar habitado por seres no muy distintos de nosotros.

Cuando nos hayamos formado una idea bien definida de lo que es el Universo, estaremos en condiciones de estudiar algo más detenidamente algunas de sus maravillas. Así, aparte del inmenso enjambre de estrellas brillantes, visibles a simple vista o por medio del telescopio, hay grandes masas oscuras, y hasta astros apagados. ¿Cómo podemos saber que estos astros existen, si no podemos verlos de ninguna manera? Sucede que aun siendo invisibles, los astrónomos encuentran la manera de descubrirlos y hasta determinar sus dimensiones.