Los meteoritos, diminutos integrantes del sistema solar


Vinculados con la historia de los cometas, están los meteoritos, que, se supone, son precisamente los pequeños fragmentos que en grandes cantidades recorren el espacio. Basta observar con atención el cielo en una noche sin luna, para percibir algunos puntos luminosos que cruzan la bóveda celeste, y que la gente reconoce como estrellas fugaces. Hemos tenido oportunidad ya de establecer la diferencia que existe entre esos puntos luminosos y las verdaderas estrellas. Tanto en tamaño, como en distancia, están en los extremos más opuestos. El vulgo puede pensar que una estrella fugaz es una estrella que se desprendió del cielo, pero nosotros ya sabemos cuan absurda es esa creencia de la sabiduría vulgar.

La Tierra es un astro envuelto por una apreciable capa atmosférica. Cada vez que un pequeño cuerpo cósmico atraviesa tal atmósfera a la alta velocidad en que se mueve, vuélvese incandescente por frotamiento, y se manifiesta como un trazo luminoso. La enorme mayoría de esos cuerpos son sumamente pequeños, y al encontrarse con la atmósfera se consumen íntegramente, sin llegar al suelo. Hay trozos mayores, que al chocar violentamente con la atmósfera estallan y se disgregan en muchísimos fragmentos pequeños. Pero puede darse el caso excepcional de trozos mucho más grandes, que atraviesan la capa de aire impunemente y se estrellan contra el suelo causando grandes destrozos. Felizmente, son muy raros esos impactos, que podrían resultar de funestas consecuencias si se produjeran sobre una ciudad.

Muchos de esos meteoritos o piedras del cielo, que cayeron recientemente o en épocas muy remotas, han sido recogidos y se exhiben en los museos. A pesar de que al caer en tierra se hunden a varios metros, es posible hallarlos porque calcinan el terreno de tal manera, que ninguna hierba crece en él, quedando un círculo desprovisto de vegetación alrededor del sitio donde está uno de ellos. Sus superficies muestran evidencias de la alta temperatura adquirida al atravesar la atmósfera, capaz de llevarlos al estado de fusión. El estudio de los meteoritos demuestra que están constituidos por los mismos elementos químicos que componen nuestro planeta. La mayor parte son de hierro puro o en combinación; otros tienen materiales silíceos. Su incorporación a la tierra es beneficiosa.

Si bien son muchos los meteoritos que llegan a la superficie terrestre, la mayoría se disgrega al volverse incandescente y al entrar en combustión. Dejan tras de sí una tenue estela de residuos pulverulentos, que lentamente se precipitan al suelo. Nuestro planeta se enriquece así día tras día con los materiales que le llegan desde el espacio que nos rodea.