¿Se terminará algún día el agua de que disponen ahora los ríos?


Aparte de su influencia mecánica, los vientos, al pasar sobre las superficies líquidas, se cargan de humedad que después descargan en forma de lluvias o nevadas.

Cuando uno se sitúa en un puente, sobre un río o junto a su orilla, y ve pasar el agua en forma incesante, se pregunta si no se agotarán algún día las aguas que lo alimentan. Al saber que toda agua que corre por los ríos tiene como destino el mar, surge también la pregunta de si no llegará un día en que se llene tanto que inunde los continentes.

Sin embargo, a pesar del constante aporte de los ríos al mar, jamás dejarán aquellos de correr, ni el mar desbordará de su lecho. Al menos, mientras brille el Sol en el cielo, que es en verdad la gran fuerza motriz del ciclo de las aguas.

Para explicarse bien este asunto hay que comprender claramente esto: el agua que corre por los ríos es la misma del mar, de las lluvias; y de las nubes. La enorme cantidad ¿le agua de la naturaleza está siempre en movimiento, y es el calor del Sol el que lo mantiene, de manera muy parecida a como el motor de un automóvil mantiene su velocidad. También tiene suma importancia, en el gran: ciclo de las aguas, la fuerza de la gravedad, que -como hemos tenido oportunidad de comprobar en varias ocasiones-hace que todos los cuerpos caigan hacia el suelo.

La gravedad terrestre es la que hace caer el agua de un grifo o canilla al recipiente que queremos llenar. Cuantas veces queremos pasar un líquido de uno a otro recipiente, situamos el recipiente lleno más arriba que el vacío. El agua de lluvia cae de las nubes y luego corre por los tejados, buscando siempre el menor nivel, hasta perderse en los albañales. Así se cumple la tendencia de los líquidos a buscar siempre el nivel más bajo, como lo exige la gravedad. Si deseamos que el agua vaya en sentido inverso, es decir, de abajo hacia arriba, entonces tenemos que proveer un esfuerzo ajeno, ya levantándola en un recipiente con el trabajo de nuestros músculos o moviendo una bomba hidráulica por medio de un motor. También podemos observar que cuando el agua hierve o, simplemente, se evapora por efecto del calor, se eleva en contra de la gravedad; pero en tales casos existe una causa: la energía calorífica que produce ese movimiento, pues transforma el agua en vapor y éste pesa menos que aquélla.

Así es como en la naturaleza el agua de la superficie de los lagos y mares, y también la de los cuerpos húmedos, se evapora por el calor de:. Sol. Esa agua es la que formará las nubes y que, cuando halle las condiciones favorables, se precipitará en forma de lluvia o nevada. El Sol eleva el agua, en lo que desempeña, pues, el papel de una gigantesca bomba aspirante; la acción de la gravedad hace que esa agua vuelva al suelo y luego comience a correr, en busca siempre del nivel más bajo. No hay ningún río ni arroyuelo de menor elevación en su nacimiento que en su desembocadura. Por eso quien sigue un río en sentido contrario al de la corriente, tiene la convicción de que está siempre subiendo. Por algo es que se emplean los términos de “aguas abajo” y “aguas arriba”, para referirse a la corriente de los ríos.

En definitiva, el agua que corre por los ríos es la misma que se elevó del mar. Para que los ríos contengan más agua, debe haber llovido más, y también debe haberse evaporado mayor cantidad de agua de mar. Así, podemos estar bien seguros de que si los ríos llevan en determinado momento mayor cantidad de agua, es debido a que esa mayor cantidad de agua se elevó del mar. Claro es que en algunos lugares los ríos se secan y en otros se producen inundaciones, pero eso se debe a fenómenos locales, pues, en promedio, los mares mantienen su nivel constante.

Si el agua de los mares y lagos dejara de evaporarse, dejaría también de llover, y los ríos terminarían por secarse. Eso es lo que ocurriría, aparte de otras muchas calamidades, si llegara a apagarse el Sol.

Con razón dice el Libro del Eclesiastés: “Todos los ríos entran en el mar, y el mar no rebosa: van los ríos a desaguar en el mar, lugar de donde salieron, para volver a correr de nuevo”. Verdad que es innegable.