Lo que, acerca de los cuerpos celestes, nos muestra el telescopio


Galileo, al estudiar con su telescopio al planeta Venus, confirmó su idea de que no tenía luz propia. Pudo observar por primera vez que tenía un hemisferio en sombra y el hemisferio opuesto iluminado.

Valiéndose también del telescopio, Galileo descubrió varios pequeños cuerpos que giraban alrededor de Júpiter, que es el mayor de los planetas. Esos astros que giran en torno de un planeta son satélites, tal como la Luna lo es de la Tierra. Galileo, que observó los satélites de Júpiter noche tras noche, pudo ver claramente que giraban alrededor del planeta, y que en cierto momento desaparecían porque se ocultaban detrás de éste, para reaparecer luego por el lado opuesto. Observó también que cada satélite cumplía su movimiento regularmente, manteniéndose cada cual a la misma distancia de Júpiter. Todos los satélites giraban en el mismo sentido, y así Galileo tuvo la idea de que Júpiter y sus satélites constituían un modelo reducido del sistema solar, formado por planetas que giran en el mismo sentido alrededor del Sol.

Con el correr del tiempo otros satélites se han descubierto alrededor de Júpiter y de la mayoría de los otros planetas. Mercurio, Venus y Plutón no tienen satélites conocidos. Todos conocen en cambio el satélite de la Tierra. Marte tiene dos satélites muy pequeños, como dos pequeñas lunas.

A Júpiter se le conocen en la actualidad 12 satélites. Saturno posee 9, y presenta además un gigantesco disco o anillo, constituido por multitud de pequeños cuerpos que giran como si fuesen satélites. Urano y Neptuno poseen cinco y dos satélites respectivamente girando a su alrededor.

El descubrimiento de los satélites de los planetas, que fue posible gracias a la invención del telescopio, es uno de los más bellos e interesantes que los astrónomos podían hacer.

Si comparamos, por ejemplo, los tiempos que emplean los planetas en dar una vuelta alrededor del Sol, notamos que mientras Mercurio da algo más de cuatro vueltas en un año calendario, Neptuno emplea 165 años en cumplir una sola vuelta y Plutón casi dos siglos y medio. Para hallar a este último planeta en la misma posición correspondiente a 1789, año de la Revolución Francesa, es necesario remontarse a 1540, en plena época del emperador Carlos V, o bien aguardar para observarlo en el año 2038.

Además de los planetas indicados en la lista precedente, se ha descubierto un conglomerado de pequeños cuerpos que, como los planetas, giran en torno del Sol, en órbitas comprendidas entre las de Marte y Júpiter. Se los llama planetoides o asteroides, y en la actualidad la lista supera los tres millares. El primero de todos ellos fue descubierto el primer día del año 1801, y recibió el nombre de Ceres. En general, es muy difícil descubrirlos, porque son muy pequeños y poco brillantes: debe recurrirse a la fotografía astronómica para reconocerlos, pues de lo contrario se los confunde con débiles estrellas.

Sin embargo ¡qué diferencia de tamaño hay entre los diminutos planetoides, vecinos nuestros, y las gigantescas estrellas, que se pierden en los abismos del espacio infinito!