Estrellas con largas y refulgentes cabelleras y colas de fuego


Eso es lo que creían los antiguos acerca de los cometas, extraños cuerpos que, de tanto en tanto, visitan las proximidades de la Tierra, provistos de una o varias colas luminosas.

Las observaciones de los astrónomos han permitido averiguar, en cambio, que los cometas giran en torno del Sol, como los planetas, pero siguiendo órbitas muy alargadas, razón por la cual sólo son visibles por breve tiempo, hasta que reaparecen después de un período de pocos o muchos años, según el caso. El magnífico cometa de Halley, visto por última vez en 1910, cumple su período de traslación en 76 años, es decir que volveremos a verlo en 1986. Muchos de los niños y jóvenes que ahora leen estas líneas, lo verán por vez primera al mismo tiempo que se lo muestren a sus hijos.

Los cometas se componen de un núcleo pequeño, de materia estelar, rodeado por una aureola gaseosa -la cabellera-, y ambos constituyen la “cabeza”, de la cual parte una cola, a veces de enormes dimensiones. Cuando un cometa se aproxima al Sol, la presión de radiación de éste repele a las finísimas partículas que forman la cola, tan tenue, que a través de ella pueden ser vistas las estrellas.

Aunque las creencias populares, fruto de la ignorancia, han atribuido a los cometas grandes calamidades en el ánimo de la gente no representan ningún peligro para la Tierra y sus habitantes. ¡Cuánta angustia han producido sin embargo los cometas en la gente sin instrucción!