La vida no es posible en las ardientes entrañas de la Tierra


Cuando se estudia una ciencia no se sabe de qué maravillarse más, si de los hechos en sí mismos o de la extraordinaria habilidad y paciencia que los hombres de ciencia han puesto en juego para desentrañarlos. En su afán por conocer y dominar a la Naturaleza, el hombre de ciencia no se detiene ante nada. La investigación científica ha costado muchas vidas, pero aún así el hombre persevera en su afán -más grande que el temor a la muerte- por descubrir los secretos de lo que ignora.

En lo referente al estudio de la estructura de la Tierra, las dificultades por vencer han sido y son muy grandes. Para su estudio, el hombre se ha valido de todos sus recursos: ha analizado rocas, lechos de ríos, lava de erupciones volcánicas, etc. Ha aprovechado todo, hasta los terribles terremotos que tanta destrucción han causado a zonas pobladas.

Veamos ahora lo que se refiere a la temperatura que reina en las grandes profundidades. El radio terrestre tiene unos 6.300 kilómetros. Como distancia, este valor no es exageradamente grande; pero como profundidad supera en mucho nuestras posibilidades. Apenas se ha llegado a penetrar, en las minas, a 3 kilómetros en la corteza terrestre. La dificultad no consiste, como podría pensarse, en abrirse camino a través de las duras rocas que forman el suelo, sino en el constante aumento de temperatura. Se ha comprobado que, por cada kilómetro que se desciende, la temperatura aumenta en unos 31 °C. Es éste un aumento muy rápido, y es por ello que en ciertas minas profundas han debido hacerse instalaciones especiales para permitir la vida de los obreros, y evitar que se asaran vivos por el calor reinante.

Este aumento de la temperatura explica los geiseres; en efecto, si el agua de la superficie se filtra a través de las grietas hasta la profundidad de tres kilómetros, en que reina una temperatura de unos 100ºC, empieza a hervir y pasa al estado de vapor. La presión originada hace salir el vapor y el agua hirviente con fuerza hacia arriba, como sucede en el escape de una caldera.

A los 50 kilómetros de profundidad la temperatura debe de ser superior a los 1.000CC, y de esa profundidad proviene la lava que arrojan los volcanes. A mayores profundidades, se supone que la temperatura crece, pero más lentamente. Los cálculos efectuados permiten suponer que el centro de la Tierra se halla a unos 5.000°C, temperatura cercana a la de la superficie del Sol.