El joven campesino que pertenece a todos los tiempos


La verdadera vida de Shakespeare está en sus libros. Escribió en ellos cosas que han cautivado las inteligencias de los hombres, los cuales, con unánime consentimiento, aplicaron al poeta, en su última morada, sus mismas hermosas palabras:

Del sol ya los rayos no temas ardientes,
ni del viento hiberno las furias heladas;
tus obras mundiales has ya terminado,
por ti el arte patrio tomó nuevas alas.
Del rayo no temas la vivida lumbre,
ni el trueno que espanto produce en las almas;
no temas calumnias, ni al crítico tiembles,
que ya ni alegría ni pena te alcanzan;
por siempre tranquilo reposa en la tumba
y sombra frondosa te preste la fama.

¿Qué clase de hombre era William Shakespeare, tan sencillo en su nacimiento, vida y muerte y de espíritu e influencia tan perdurables? El carácter del poeta, la impresión que causó a los que lo conocían, están dibujados en un buen número de trabajos, en prosa y verso, por sus amigos. Descríbenle todos ellos como a un compañero delicioso. Los escritores más viejos de su tiempo, cuando dejaron de envidiar al poeta campesino, se mostraron arrepentidos y reconocieron en él, con admiración, al amigo magnánimo y noble.

Andando el tiempo, parece que sufrió Shakespeare muchas amarguras, las cuales cambiaron su carácter de modo que, de alegre y descuidado que era, lleno de buen humor y travieso a más no poder y amigo de rimas bailables, que su amigo Kit Marlowe calificaba de versos libres, volvióse grave, reflexivamente caprichoso, graciosamente prudente. Como sus pensamientos acerca de la vida hacíanse más profundos con el cambio de carácter, su maestría en el arte de escribir en estilo más libre, aumentó en fuerza y belleza. Así es que, para comprender las obras escénicas de Shakespeare, hemos de saber en qué época de su vida, que constantemente variaba de ideales, escribió cada una de ellas. Cuatro palabras pueden resumir los cambios en el carácter y en los escritos del poeta: regocijo, romance, fuerza y paz; ellas señalan fases naturales del crecimiento del hombre. En esto, como en otras cosas, Shakespeare parece haber sido un ejemplar abreviado del género humano.

Fuerza nos es volver a pasar por alto su vida observándola a través de sus obras y anotando en unos pocos ejemplos típicos el mejoramiento de su carácter y de su arte.

El período de actividad de Shakespeare, considerado como escritor, alcanza aproximadamente el año 1600, empezando unos doce años antes de esta fecha y terminando doce años más tarde, de 1588 a 1612.

Aunque fue siempre poeta, no debemos olvidar que era cómico de profesión, y empezó a escribir primeramente como adaptador de comedias antiguas para ser representadas y no leídas. Con el fin de llevar a buen término su idea, se asoció con otros poetas, tales como Marlowe, quien al principio poseía, como escritor, más experiencia que el mismo Shakespeare. Por aquel tiempo tenían las gentes grandes deseos de ver representar en las tablas la historia de su país, pues era rara la oportunidad que se les ofrecía para leerla. Una de las primeras obras teatrales que adaptó Shakespeare fue la Primera Parte de Enrique VI, y la primera obra que salió de su pluma fue Trabajos de amor perdidos, escrita en 1590 ó 1591, y que es el mejor ejemplo de su carácter juvenil.

La Comedia de las Equivocaciones y Los dos hidalgos de Verona, escribiéronse en el mismo primer período. Estas comedias son ligeras y alegres; demuestran un carácter regocijado y expresivo y se acomodan admirablemente a la variedad de rimas. No carecen tampoco de algunos toques poéticos muy bellos, tales como la dulcísima descripción del curso de un arroyuelo:

Sabes que la corriente
que con leve murmullo se desliza,
al detenerla se enfurece airada;
pero si nada encuentra
que la detenga en su fluir undoso,
levanta dulce música
al chocar con los límpidos
guijarros de su lecho,
y con amor a cada junco besa
de los que copia al paso juguetona,
y así serpenteando
en el inmenso océano se pierde.

Durante este período de aprendizaje, el poeta escribió su primera tragedia, Romeo y Julieta, rebosante de amor y poesía, y luego las fantasías exquisitas, ligeras y brillantes del Sueño de una noche de verano. Antes de terminar el año 1594, comenzó Shakespeare a escribir obras de mayor profundidad, basadas en temas históricos, en las que se aprecia la madurez de su estilo, como Ricardo III y el Rey Juan.