De cçomo sale del interior de una pequeña caja una canción de cuna


Otras maravillas de este período son el micrófono, instrumento que amplifica el sonido hasta el extremo de que, con su ayuda, pueden oírse los pasos de una mosca, y el microtaxímetro, otro aparato en extremo delicado, que sirve para medir las más insignificantes variaciones de la temperatura. Con su ayuda puede apreciarse el calor de la mano de una persona a nueve metros de distancia, y se dice que ha sido sensible a los rayos de calor de una estrella.

Un invento condújole a otro. Mientras hacía experiencias con un aparato telegráfico, descubrió Edison que el papel arrugado, colocado sobre un disco, al girar bajo el indicador de una palanca producía un sonido musical. Empezó a cavilar sobre el asunto y llegó a la conclusión de que, si lograba encontrar la clase de diafragma requerida, conseguiría que el papel o alguna otra sustancia recibiese la impresión de las ondas sonoras y la reprodujese después por medio de otro diafragma semejante. Meditó largo tiempo acerca de esta idea y, por fin, hizo una máquina, que consistía en un cilindro giratorio que recubrió con una hoja de estaño; hablando después delante de una bocina, a la que se hallaba conectado un diafragma, las palabras engendraban ondas sonoras que, guiadas por la bocina, convergían sobre el diafragma, y las vibraciones de éste producían en la hoja de estaño ciertas mellas. Después Edison, colocando otro diafragma a propósito, hizo girar el cilindro y el aparato reprodujo estas palabras que el insigne inventor había pronunciado delante de la bocina: “María tenía un corderito”, que fueron las primeras reproducidas por un fonógrafo. El fonógrafo produjo mayor sensación que ninguno de los otros inventos de Edison. El modelo original, “La primera caja que habló en el mundo”, se conserva en la actualidad en el museo de South Kensington, y todas las demás máquinas parlantes no son más que perfeccionamientos de este sencillo fonógrafo.