La única victoria que Santos Dumont no logró alcanzar


Alberto Santos Dumont, señor del espacio y conocedor de los íntimos secretos de la aviación, previo todas las aplicaciones futuras del revoluciono invento, incluso su utilización para la guerra. Este pensamiento constituyó una fuente de angustias para él, y lo impulsó a tratar de evitarlo por todos los medios. En ese sentido, ofreció un premio a quien presentase una sugestión práctica que alejara ese peligro, y dirigió a la Liga de las Naciones un documento que expone la elevación de su espíritu. Pero ésa fue la única victoria que se le escapó de las manos: la prohibición de la guerra aérea no dependía de él, y cuando el gran brasileño murió, en 1932, en la ciudad de Santos, su espíritu estaba abatido por el convencimiento de haber contribuido, sin quererlo, a crear una terrible arma de destrucción. Pero la posteridad lo recuerda como uno de sus benefactores, a pesar de lo que los hombres hayan hecho del fruto de sus desvelos.