LUIS BRAILLE: Un ciego genial


En enero de 1852 fallecía en París, a la edad de cuarenta y tres años, un ciego genial. Se llamaba Luis Braille y fue el hombre que supo allegar a sus hermanos de desgracia, la luz de la palabra escrita.

Braille, que había nacido en Coupvray, Francia, en 1809, quedó ciego a los tres años; sólo gozó, pues, de la vista durante un tiempo muy breve, como si el destino le hubiera permitido ver solamente un poco, para que en aquel recuerdo de las imágenes perdidas encontrara el aliento para la obra que debía realizar.

A los siete años ingresó en el Instituto de Jóvenes Ciegos de París, del que después fue profesor y donde pasó la mayor parte de su corta pero fecunda existencia, consagrada a hacer más llevadera la vida de los no videntes al darles los elementos necesarios para su cultura y recuperación espiritual.

Era Braille un joven de mentalidad poderosa, fértil imaginación y una voluntad que no pudo quebrar la más cruel de las tragedias. Aprendió música a temprana edad: a los diez años era ya un excelente ejecutante, de cuya capacidad, talento y gusto interpretativo supieron las viejas iglesias de Francia, cuyos órganos elevaron al Altísimo las preces de aquel ciego genial. Él había encontrado en la música una válvula de escape a su capacidad, una actividad donde consumir sus energías, un refugio espiritual donde olvidar su tragedia y un camino ideal para acercarse a Dios.

Braille, por su propia experiencia, tuvo después el convencimiento de que la ausencia de un sentido aumenta la fuerza de los demás, y esto es cierto, pues responde a un equilibrio de la Naturaleza y a la necesidad. La falta de la visión lo obligó a valerse para suplir la vista, de mil medios que no aprovechan ni utilizan los que ven. Esto comprobó Braille, pues con la ejercitación se desarrollaron en él prodigiosamente los sentidos del oído y del tacto.

Esta facultad de los ciegos, de afinar la sensibilidad de sus otros órganos de percepción, dio impulsos a Braille para concebir un sistema de escritura en relieve que no sólo fuera fácil de imprimir, sino que también fuera fácil de leer, utilizando el tacto.