En Durban, Gandhi toma la defensa de los culis


Gandhi era abogado de una importante empresa y por cuenta de ella debió dirigirse a Durban, en el sur de África, para tratar asuntos de su especialidad. En las proximidades de Durban, en las zonas donde trabajaban y vivían los culis, la legislación contra la minoría hindú era sumamente severa, por lo que entabló combate a favor de sus compatriotas; organizó con ese fin un movimiento destinado a conseguir, mediante petición a las autoridades, la revisión de las leyes que limitaban los derechos civiles de los residentes asiáticos y dificultaban la inmigración de los hindúes. Al mismo tiempo propuso aumentos en los salarios, tan bajos que obligaban a los jornaleros a vivir en la indigencia, con absoluta falta de higiene y en la mayor promiscuidad. Empeñado en esta lucha, ante la ineficacia de los requerimientos, comenzó a desenvolver los principios de la no violencia y de la resistencia pasiva, de brazos cruzados.

Por ese entonces fundó una colonia en las cercanías de Durban y la bautizó con el nombre de Tolstoi. Con su esposa y sus hijos, sus primeros discípulos, crea una escuela donde se enseñan y practican esos principios, a los que dedicará su existencia. Hace voto de castidad, sométese a rigurosos ayunos, renuncia a las ropas europeas y teje sus mantos con sus propias manos. A partir de ese momento la figura frágil y diminuta de Gandhi, cuya efigie se difunde por el mundo entero, con su túnica de lino, sus pies descalzos, su cabra y su gesto de dulce serenidad y firme resignación, alcanza relieves universales.

Entretanto, trabaja incansablemente. El movimiento que dirige cobra tal popularidad que llega a convertirse en un alzamiento de masas sin precedentes en la historia de la Humanidad. Millares de hindúes oponen a la violencia policial la mansedumbre de sus brazos cruzados. Gandhi soporta humillaciones, prisiones, castigos corporales con la sonrisa en los labios, y obtiene por fin la certeza de que su doctrina es invencible.

Su solaridad con el dolor humano se pone de manifiesto durante la guerra anglo-bóer, cuando organiza y dirige un cuerpo de camilleros de la Cruz Roja, y socorre, sin distinción, a los heridos de ambos bandos, prestando así un relevante servicio al mismo gobierno inglés que tanto lo perseguía. Poco después, cuando Johannesburg es asolada por una epidemia, organiza un hospital, y cuando en Natal se produce la revolución de 1908, contribuye a su apaciguamiento con el peso de su creciente prestigio. Por fin, en 1914 ve triunfar parcialmente sus principios, pues el gobierno envía una comisión que, después de indagar las razones del descontento reinante entre la minoría hindú, revoca las leyes que lo provocaban. Aparentemente concluida su misión en el sur de África, y dejando organizado un vasto movimiento social que confió a sus mejores discípulos, Gandhi regresó a Bombay.