El mono y la cuña


En las obras de construcción de un famoso templo de Behar, un carpintero hallábase aserrando un gran tronco de árbol. Llegada la hora de comer sin haber terminado su tarea, el carpintero colocó una cuña en el corte para mantenerlo abierto, y se marchó.

A poco pasó por aquel sitio una manada de monos, y uno de ellos, por presumir de sabio, dijo a los demás:

-Ahora veréis cómo voy a darle quehacer al carpintero.

Y, dicho esto, saltó a la parte del tronco donde estaba iniciado el corte, y poco a poco fue sacando la cuña hasta que la hizo saltar; pero entonces uniéronse los dos trozos violentamente, apresaron al mono por la cola y así lo retuvieron, haciéndole sufrir agudos dolores, hasta que llegó el carpintero, que volvió a colocar la cuña, y dejó al mono en libertad.

Aquellos que procuran acarrear disgustos a otros, suelen, por lo general, acarreárselos ellos mismos.


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