REACCIONES CURIOSAS QUE NOS PROVOCAN EL CALOR Y EL FRÍO


Estudiando todo lo relativo a los climas, se observa que hay, en general, dos grandes clases: los que reinan en el interior de los continentes -llamados climas continentales- y los que prevalecen en las islas y costas -llamados climas marítimos o insulares.

El clima en las Islas Británicas, por ejemplo, es insular, y como todos los demás climas insulares debe sus características a la presencia del agua que rodea las tierras. Lo que distingue a tales climas es la humedad y el hecho de que las diferencias entre las varias estaciones del año son escasas y se manifiestan de manera muy gradual, en comparación a lo que ocurre en los climas continentales. Los insulares son climas moderados, donde no hay grandes extremos de calor o frío; no ocurren cambios bruscos al pasar de una estación a otra. Durante el verano el mar se va calentando y absorbiendo una gran cantidad de calor. Pero esto significa que el aire se enfría y entonces se desliza hacia tierra, por debajo del aire caliente que aún no se ha enfriado. Es decir, que en verano el mar absorbe el exceso de calor de una manera gradual, evitando a los isleños que sufran sus efectos. Pero cuando llega el invierno, el mar está, pues, más caliente que la costa, que pierde su calor por irradiación, de manera que en invierno debe comunicarle calor el mar a la costa; en verano el mar roba calor a la atmósfera, mientras que en invierno se lo devuelve. De manera que se evidente que de esta forma se evitan veranos muy calurosos o inviernos demasiado fríos.

Se comprende ahora por qué a aquellos climas se los llama marítimos; el mar ejerce una acción moderadora muy importante para la vida.