La luz ejerce presión. Maravilloso experimento que lo prueba


¡Cuánto le hubiera interesado a Newton saber que la luz ejerce presión! Esta presión no la ejerce únicamente la luz -dándole a la palabra su sentido corriente-, o sea, las ondas que podemos ver, sino también aquellas otras ondas, rayos o radiaciones que no percibe nuestra vista; y se le da el nombre de presión o impulso de radiación.

Un sabio llamado Jaime Clerk Maxwell afirmó hace muchos años que la luz había de ejercer presión, y dijo cuál había de ser la fuerza de ella; llegó a este resultado únicamente a fuerza de pensar, y porque se daba claramente cuenta de la verdadera naturaleza de las ondas luminosas. En el transcurso del siglo pasado varios otros sabios pudieron comprobar, cada cual por su lado, que la luz ejerce presión y que la fuerza de ésta es precisamente la que había pronosticado Maxwell.

Cuando se verifican con cuidado experimentos muy delicados, suspendiendo, por ejemplo, un objeto ligerísimo de un hilo tenue de cuarzo, de manera que el más leve impulso sea bastante para moverlo, se puede observar que un rayo de luz determina cierto movimiento; y, si medimos la fuerza del impulso, vemos que es exactamente lo que debería ser para estar conforme con nuestra teoría de las ondas luminosas. Es cosa maravillosa presenciar ese experimento y ver moverse un objeto como empujado por un dedo o por un chorro de agua, siendo así que no lo ha tocado ningún cuerpo material, sino que únicamente lo mueven ondulaciones del éter. Conviene tener presente ese impulso de radiación, pues es seguro que el asunto se ahondará más y más con el transcurso de los años.