Hablemos del tamaño de los diferentes cuerpos


Ya tenemos una descripción de los elementos que componen el ojo. Volvamos entonces a nuestra pregunta acerca del tamaño con que vemos los cuerpos en la visión normal.

Nuestro cerebro interpreta el tamaño de los objetos en función de la magnitud que tiene la imagen formada en la retina. Y, como puede apreciarse en el dibujo, dicha magnitud depende, en última instancia, de la dirección que tienen los rayos de Iuz al entrar en el ojo.

Esto hace que, a simple vista, no siempre pueda juzgarse correctamente acerca del tamaño de los cuerpos. Veamos algunos ejemplos que nos facilitarán la comprensión. Si observamos el cielo nocturno podemos comparar el tamaño de la Luna con una estrella cualquiera; a simple vista, no nos cabe duda de que la Luna es mucho más grande que cualquiera de las estrellas. Sin embargo, eso es absolutamente falso. Lo que sucede es que la imagen producida en nuestro ojo por los rayos provenientes de la Luna, es más grande que la producida por la estrella. De ahí que nuestro cerebro interprete mal. Por la misma razón si observamos un avión que vuela a gran altura, y nos formamos una idea de su tamaño a simple vista, quedaremos sorprendidos en el aeródromo. Sin embargo, evidentemente el avión es el mismo. Claro que nadie confía ya en las apreciaciones a simple vista; por eso se recurre a las mediciones, que de manera indirecta nos dicen la verdad, en cuanto al tamaño de los cuerpos.