El extraordinario progreso alcanzado por la radiotelefonía


Las aplicaciones de la radiotelefonía y de las ondas electromagnéticas han sido tantas que se precisarían grandes tomos para poder citarlas en forma completa. En verdad el descubrimiento de las ondas electromagnéticas produjo una revolución en la técnica, y desde entonces el progreso de sus aplicaciones fue creciendo con ritmo cada vez más acelerado, debido a que cada invención abría nuevas posibilidades. Así, hubo tal desarrollo que las nuevas aplicaciones crearon ramas independientes de la técnica de las telecomunicaciones. Así nacieron, por ejemplo: la telefotografía, la televisión, el radar, el control remoto, o teledirección, que actualmente se halla frente al problema de los cohetes teledirigidos, de aplicación inmediata en los viajes interplanetarios y de insospechadas posibilidades.

Los navegantes, tanto aéreos como marinos, cuentan ahora con un moderno sistema de ubicación mediante ondas electromagnéticas, las cuales les permiten conocer, sea que se hallen en medio de una densa niebla o navegando a ciegas, la posición exacta en que están con respecto a las costas, o los aeródromos. Son varios los países que ya adoptaron este sistema de ubicación; entre ellos Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Alemania y Dinamarca, cuentan con las redes correspondientes de estaciones transmisoras. Cada red consta de cuatro estaciones, una central y tres que funcionan automáticamente con ella. Además, Italia, Grecia, Argentina y España han proyectado también adoptar este sistema, que pronto será de aplicación mundial.

El progreso de la radiotelefonía no ha superado, sin embargo, las comunicaciones telefónicas. Es fácil comprenderlo; vimos que cada estación transmisora necesita radiar en una frecuencia determinada. Como hay millones de usuarios del teléfono, es casi imposible destinarle a cada uno la posibilidad de una frecuencia de transmisión, pues se produciría una total saturación. Por tal razón, y a pesar del progreso de las comunicaciones inalámbricas, siguen tendiéndose a través del océano Atlántico los tradicionales cables telefónicos. El teléfono ha resultado, por ahora, un invento insuperable.