Lo que nos enseña una piedra al caer en el agua


En el caso de no sernos posible la observación de un rompeolas y de las olas del mar, puede estudiarse la interferencia echando piedras en un estanque y examinando los efectos que producen las depresiones.

La interferencia de las ondas sonoras da un resultado sumamente interesante. Si tenemos dos notas que suenen juntas y cuyo tono sea aproximadamente igual, aunque no idéntico, las ondas sonoras ejercerán una interferencia la una sobre la otra y obtendremos lo que se llaman pulsaciones; parecerá, por decirlo así, que el sonido late. Cuando las dos ondas se refuerzan mutuamente, el sonido se hará más intenso; si se contrarrestan, por el contrario, decrecerá la intensidad de ese sonido. Estas pulsaciones resultan muy desagradables al oído.

Uno de los inconvenientes de la llamada disonancia es que las ondas producidas por las varias notas interfieren unas con otras, de manera que obtenemos las antedichas pulsaciones. Pero difieren las opiniones de un modo considerable en cuanto se refiere a lo que constituye una disonancia; hay algunas de esas disonancias cuyo empleo acertado en la música es de gran utilidad, pues aumenta considerablemente el efecto de la armonía.