El sabio griego que tuvo en jaque a un ejército romano


Es bien conocido por todos el uso de los espejos planos en la casa. En los edificios públicos, en negocios, se emplean también como adornos y a veces para dar sensación de mayor espacio, pues no se ve el espejo sino las imágenes que forma.

Los ilusionistas usan espejos planos para sus pruebas; y en los automóviles un espejito permite al conductor observar el tránsito de los vehículos que vienen detrás.

Los médicos y los dentistas se sirven de espejos cóncavos para examinar el globo del ojo, la laringe, los dientes. Para reflejar la luz de linternas y faros, se coloca la fuente luminosa en e? foco de un espejo: los rayos salen paralelos y permiten de este modo una mejor iluminación.

Durante el sitio de Siracusa -ciudad griega situada al sur de Italia- por los ejércitos romanos, dicen que un sólo hombre los tuvo en jaque: Arquímedes, quien inventó aparatos para atacar a los romanos, que eran muy superiores en número. Cuenta la tradición que un día, con un espejo esférico, concentró los rayos solares sobre las naves romanas y logró incendiar algunas de ellas. Pero demasiado confiados los siracusanos en las virtudes de Arquímedes. descuidaron la vigilancia, y los romanos tomaron la ciudad por asalto. Pese a que Marcelo -general en jefe de las tropas romanas- ordenó respetar la vida del sabio, un soldado atravesó con su lanza a Arquímedes, cuando se hallaba abstraído resolviendo problemas geométricos en la arena. Así terminó la existencia de uno de los más grandes ingenios de la antigüedad.