EL VOLUMEN Y EL PESO DE LAS COSAS


Anteriormente visto cómo se miden las cosas, es decir, hemos conocido las medidas de tiempo, temperatura, masa y otras. Ahora vamos a aprender algunas cosas más acerca de la gravedad y después trataremos de algo muy interesante, que es lo que se denomina peso específico.

La gravedad, como sabemos, es la atracción que la Tierra ejerce sobre los cuerpos. Para apreciar el valor de la gravedad, podemos dejar caer los objetos y medir el tiempo que tardan en llegar al suelo: mas por este procedimiento es difícil obtener resultados precisos. El empleo del péndulo ofrece mayor exactitud, porque el tiempo que tarda en efectuar una oscilación depende de la gravedad, como lo prueba el hecho de que un mismo péndulo tiene períodos de oscilación distintos en las diversas partes del mundo.

Este hecho significa evidentemente que la fuerza de gravedad no es la misma en toda la Tierra. Sabemos que el globo terráqueo está achatado por los polos. Esto significa que un objeto cualquiera colocado en el ecuador está varios kilómetros más distante del centro de la Tierra que otro situado en cualquiera de los dos polos. Y como la fuerza de gravedad varía con la distancia, los cuerpos deben pesar más en los polos que en el ecuador. Pero hay todavía otra razón para que esto sea así. La Tierra gira constantemente sobre su eje. Si pudiésemos situarnos en un polo, daríamos una vuelta sobre nosotros mismos cada veinticuatro horas; y un objeto colocado a unos centímetros de ese punto describiría una pequeña circunferencia alrededor de éste en el mismo tiempo. Este movimiento sería sumamente lento. Pero a medida que nos acercamos al ecuador, el fenómeno cambia paulatinamente.

En el ecuador la circunferencia de la Tierra es de unos 40.000 kilómetros; y así como un objeto situado cerca del polo ha de recorrer unos cuantos centímetros en el espacio de veinticuatro horas, si lo llevamos al ecuador habrá de recorrer 40.000 kilómetros en ese mismo tiempo, o sea más de 1.600 por hora. Ahora bien; sabemos que todo cuerpo animado de semejante movimiento en la superficie de la Tierra está sometido a una fuerza que tiende a alejarlo del centro de ella. Esta fuerza suele denominarse fuerza centrífuga. ¿Por qué no sentimos nosotros su acción? La explicación es sencilla: la fuerza centrífuga tiene la misma dirección que la fuerza de gravedad, pero en sentido contrario; esto hace que ambas traten de anularse mutuamente. Por lo tanto, es la fuerza de atracción de la Tierra la que impide que la fuerza centrífuga arroje los cuerpos, y aun a nosotros mismos, de sus apoyos sobre la superficie terrestre.