Esa maravillosa invención moderna que es el teléfono


Aunque es discutida la prioridad de la invención del teléfono, ya que muchos físicos colaboraron en este fin, indudablemente, Alejandro Graham Bell, con sus ideas, dio el paso más decisivo para su aplicación. Esto ocurrió en el año 1876.

Hoy la Tierra está rodeada por todas partes por millones de cables telefónicos, y en un solo instante podemos estar junto a nuestros amigos, parientes, etc., al menos, con la voz. Detengámonos pues a estudiar cómo funciona esa verdadera maravilla que es el teléfono.

Nos interesa especialmente dar una descripción del receptor telefónico; si se toman el trabajo de desarmar uno, podrán ver las distintas partes que vamos a mencionar, y que, por otra parte, no constituyen nada complicado o incomprensible.

El auricular telefónico consta esencialmente de un electroimán y de una membrana, que suele llamarse, generalmente, diafragma.

La bobina del electroimán está hecha de alambre muy fino arrollado con gran número de vueltas y se encuentra en el extremo de una barra de hierro imanada. La corriente eléctrica que circula por dicha bobina representa a las vibraciones de la voz que ha de escucharse. Se comprende, entonces, que el campo magnético creado por esta corriente será variable, y que estas variaciones corresponderán a las distintas variaciones de la voz que produjo tal corriente. Pero es el diafragma el que habrá de transformar estas variaciones de campo magnético en sonido. En efecto, pues, inmediatamente frente al electroimán se halla el diafragma, de manera que, como él es sensible a las atracciones producidas por el campo magnético, comenzará a vibrar de acuerdo con las variaciones del mencionado campo.

Los auriculares de los modernos aparatos telefónicos poseen dos pequeñas bobinas y un imán circular chato; con ello se logra una mayor intensidad y fidelidad en la reproducción del sonido.