Transfórmase la pintura griega y da vida al mundo circundante


Desde los tiempos más remotos los griegos fabricaron magníficos ejemplares de cerámica adornados con dibujos y colores. A las piezas aún toscas de los siglos ix y viii siguieron las más valiosas de los siglos vii, vi y v.

En esta segunda etapa debemos destacar las formas variadas y graciosas de los vasos, adaptadas a los distintos usos, como la interesante decoración. Alfarero y decorador solían poner en ellos sus nombres, lo que nos ha permitido conocer algunos artistas de la época, como Exequias, por ejemplo, decorador de ánforas funerarias. Los temas elegidos seguían siendo los de las antiguas leyendas y los de la vida diaria, la religión y la historia del país.

Excitada por la belleza del límpido cielo, las graciosas colinas o las ágiles corrientes del mar, la imaginación de los griegos dotó de vida a cuanto los rodeaba. De ese modo las rápidas ondas se convirtieron en alegres doncellas o blancos corceles. Las pinturas de los primeros tiempos nos ayudan a interpretar', también, las singulares ideas religiosas que concibieron. Por ello, en vasos y ánforas, platos y fuentes, vemos, entre otros a Zeus, con su haz de rayos; a Deméter, diosa de la Agricultura, enviando mensajeros para extender sobre la tierra la ciencia de los cultivos, o despidiendo a su hija cuando Hades se la arrebató para llevarla consigo al mundo infernal donde imperaba. Frente a esa pintura que refleja la concepción religiosa de los griegos o su vida cotidiana, llena de encantos simples y humanos, hay otras que reproducen escenas marinas que recuerdan el Mediterráneo azul y las glorias navales y terrestres de los antiguos helenos.