El mito de Orfeo y Eurídice, símbolo del poder de la música


De todas las leyendas que pretenden explicar los poderes sobrenaturales de la música, ninguna tan bella como el mito de Orfeo -poeta y cantor griego-, hijo de Eagro, rey de Tracia, y de la Musa Calíope. Orfeo fue discípulo dilecto de Apolo, quien le confió su lira de oro para que se acompañara en sus canciones, con las que encantaba a los hombres, adormecía a las fieras y detenía a los pájaros en su vuelo. Entre los milagros de Orfeo se recuerda un episodio que lo vincula con los Argonautas, frente a la isla de las Sirenas. Éstas trataban de atraer a sus compañeros con su maléfico canto, pero no lo lograron porque las melodías de la lira de Orfeo retuvieron a los Argonautas, con excepción de Buto, el cual fue a reunirse con las Sirenas, quienes despechadas por haber sido vencidas se precipitaron a las olas y se convirtieron en rocas.

La leyenda cuenta que con el poder mágico de su canto, Orfeo consiguió enternecer a las divinidades infernales cuando bajó al Erebo para rescatar del reino de los muertos a Eurídice -su mujer-, logrando que la volvieran a la vida. Una sola condición le fue impuesta: no mirarla hasta después de haber pasado por las puertas del reino de los muertos. Su gran pasión por la mujer amada le hizo violar el juramento, perdiéndola para siempre cuando se dio vuelta para mirar sólo su sombra. El episodio ha sido constante y fecunda fuente de inspiración tanto para grandes poetas como para maestros de la pintura y la escultura y famosos compositores.