Una familia de escultores del siglo XV


Otro escultor de renombre fue Lucas della Robbia, nacido en Florencia en 1400. Como Giotto, demostró desde niño una gran inclinación por las artes. Le tocó en suerte completar los bajos relieves que había iniciado Giotto, y resultaron tan perfectos los que él hizo, que aún hoy es difícil establecer cuáles son suyos y cuáles del maestro.

Los relieves de Lucas della Robbia representan ángeles cantores y niños danzantes de belleza muy difícil de ser igualada.

Confirmaron la fama de este escultor sus magníficas terracotas coloreadas: estatuas, relieves, frisos y rosetones fueron modelados primero por el artista en creta y luego barnizados mediante un procedimiento especial inventado por él mismo. Tales piezas, después de cocidas, aparecen lúcidas y resistentes como mármoles de colores. Un tipo de barniz similar había sido usado ya en Persia, pero nada induce a pensar que Lucas della Robbia tuviera conocimiento de ello. Sus terracotas conservan, a través de los siglos, todo el brillo, el esplendor y el colorido de cuando las realizó, lo que les da un valor incalculable.

Lucas della Robbia fue el primero de una nutrida familia de artistas. Uno de sus sobrinos, Andrés, fue discípulo suyo y continuó su obra. Andrés enseñó a su vez el arte a cinco de los siete hijos que tuvo, de los cuales uno de ellos, Juan, alcanzó tanta fama como su padre y su tío. Otros dos hijos de Andrés se hicieron monjes para seguir a Savonarola; fueron, además, compañeros de fray Bartolomeo, quien llegó a ser uno de los pintores más renombrados de Florencia; este monje trabajó en los frescos de San Marcos colaborando con Fra Angélico.