Brunelleschi y la cúpula de la catedral


Brunelleschi, amigo y rival de Ghiberti, era un hombre de admirable inteligencia pero de carácter violento e intereses mezquinos. Disgustado por no haber vencido en el concurso, quiso demostrar que era capaz de realizar algo no menos importante que las Puertas del baptisterio. De ese modo surgió el maravilloso proyecto de una gigantesca cúpula para completar la catedral, obra de Arnolfo di Cambio. Para tal propósito se trasladó a Roma, donde estudió a fondo las construcciones, observando cómo se aúnan en ellas la fuerza con la belleza, y la agilidad de las líneas con la majestuosidad del conjunto. Allí trabajó de día como orfebre para ganarse el sustento y dedicó las horas de la noche al estudio y al dibujo. En 1407 regresó a Florencia a fin de someter a juicio de las autoridades el proyecto para la construcción de la cúpula. Después de trece años de estudios y críticas, se le confió finalmente la dirección de la misma. Celoso de su propia obra y contrariado por tener que compartir los honores con Ghiberti, que había sido nombrado colaborador suyo, hizo todo lo posible hasta que consiguió que su rival fuera excluido del equipo que construía la cúpula.