De nuevo en Florencia: Ghiberti y Brunelleschi


A fines del siglo xiv surgen en Florencia escultores que volvieron a la tradición clásica. El más antiguo de ellos fue Lorenzo Ghiberti, nacido en 1378. Era de familia pobre y nada se sabe de su padre; pero sí de su excelente padrino, Bartoluccio, quien primeramente le enseñó su propio oficio de orífice y luego lo mandó a recorrer otras ciudades para que enriqueciera sus conocimientos artísticos.

Joven, de inteligencia muy despierta, Ghiberti pintaba, modelaba en cera, fundía en bronce y hacía hermosas joyas. Cuando regresó a Florencia había adquirido ya fama con los magníficos frescos que pintó en Rímini, en el palacio de Pandolfo Malatesta. Se encontraba trabajando en Pésaro cuando su padrino lo mandó llamar con urgencia, anunciándole que se había abierto un concurso entre los mejores pintores italianos, para el diseño de las puertas de bronce del baptisterio de San Juan, donde se bautizaba a los niños florentinos.

Durante una o dos generaciones todas las comunidades artísticas de las cercanías de dicha ciudad, que tenían a su cargo la custodia del baptisterio, solían organizar concursos entre los artistas italianos para realizar las decoraciones necesarias. En esa circunstancia se trataba de adornar las puertas del baptisterio con un relieve de grandes proporciones; a cada participante se le entregó una plancha de cobre para que en ella hiciera un panel en relieve de ciertas dimensiones, que reprodujese escenas del pasaje bíblico según el cual Abraham, obedeciendo la voluntad de Jehová, está a punto de sacrificar a su propio hijo, Isaac.

Ghiberti, que vio en dicho concurso una excelente oportunidad, emprendió solícito el trabajo y sus diseños fueron presentados a tiempo con los de otros famosos pintores.

Entre los concursantes figuraba Felipe Brunelleschi, nacido en 1377, hijo de un notario que quería hacer de él un hombre de leyes; pero el muchacho prefirió dedicarse al arte, en el que primero se destacó como orfebre.

Cuando fueron expuestos en público los proyectos de las puertas, Brunelleschi fue a verlos con su amigo Donatello y consideró que el suyo era el más meritorio; pero el jurado no pensó así, porque adjudicó el premio a Ghiberti, cuyo panel era, en efecto, el mejor de todos, y el de Brunelleschi fue clasificado segundo.

Ghiberti tenía entonces 24 años de edad y dedicó los mejores de su vida a llevar a cabo esta gigantesca obra, cuyas dos primeras puertas le costaron más de veinte años de trabajos y esfuerzos. Pero él supo encontrar horas libres para dedicarse a la realización de otras obras de escultura y orfebrería; colaboró, además, con Brunelleschi en los trabajos de la catedral, aunque no se mostró hábil arquitecto.