Nicolás Pisano inicia un nuevo estilo en escultura


Nicolás Pisano (1206-1278) fue uno de los primeros artesanos que se convirtieron en artistas. Aunque su estilo denota fuerte influencia gótica, hay algo en él que hace pensar en los clásicos romanos, a quienes estudió en los pocos ejemplares que tuvo a su alcance; por ello es considerado el precursor más remoto de la escultura renacentista. Trabajó primero en Apulia, donde un grupo de artistas había fundado una escuela, y de allí pasó a Pisa, de donde deriva su nombre. Sus más famosas obras en mármol son el pulpito de Siena y el baptisterio de la catedral de Pisa, considerado como la más hermosa de sus labores. Sostienen esta notable pieza de techo exagonal seis columnas distintas, cuya principal característica radica en los relieves de figuras tan pronunciadas, que parecen verdaderas esculturas de bulto. Si no supiéramos que él es su autor, pensaríamos que pertenece a un artista de la Roma imperial, pues la Virgen María se nos antoja una matrona romana y Cristo un atleta, lo que se explica si tenemos en cuenta que pasó su juventud estudiando en Apulia medallas y esculturas romanas.

A pesar de la belleza de sus obras, algunos ven en ellas un grave defecto: el afán de amontonar figuras en la composición sin guardar las proporciones debidas, disponiéndolas en un mismo plano, en contradicción con las leyes de la perspectiva, que tampoco aplicaban aún los pintores. Tal crítica no disminuye en nada el mérito de haber sido el primero en renovar el arte escultórico, volcándolo en los cánones de la concepción clásica del mundo antiguo.

Muchos otros escultores siguieron su ejemplo; entre ellos sus propios hijos Juan y Andrés Pisano, que trabajaron en Florencia al finalizar la primera mitad del siglo xiv. El número de escultores había aumentado ya y ahora no se limitaban a copiar modelos sino que, como griegos y romanos, quisieron reproducir las bellezas de la Naturaleza tomándolas directamente de la realidad.