Algunas anécdotas que reflejan la personalidad de Donatello


Se podría pensar que Donatello fue un vanidoso porque tuvo confianza en sí mismo y en la calidad de sus obras, pero en realidad no es así, pues fue un hombre sencillo y modesto, que eludía por lo general los elogios que le prodigaban.

De naturaleza tranquila y bondadosa, estaba siempre dispuesto a soportar las bromas y a vivir con poco dinero; pero un día que alguien encontró demasiado elevado el precio que había fijado para una hermosa cabeza esculpida, el artista empuñó un martillo y la hizo pedazos.

Donatello solía vestir descuidadamente y usar ropas muy gastadas. Viéndolo un día Cosme de Médicis peor vestido que de costumbre, le hizo llegar un traje nuevo y una lujosa capa escarlata; completaba el ajuar un hermoso birrete de terciopelo. Donatello, para no agraviar a su protector, los usó un día, pero al siguiente se los hizo devolver. En otra oportunidad, el hijo del mecenas le obsequió con una hermosa casa de campo equipada y con el correspondiente personal de servicio, pero no pudiendo Donatello adaptarse a ese lujo y fastuosidad, regresó a su habitual y sencilla vivienda, donde se encontraba completamente a gusto y su producción era mucho mejor y, también, más abundante.

La genialidad de este autor la podemos apreciar en distintas piezas inmortales, desde los bajos relieves de la primera época, entre los que se destaca uno que representa a Cristo entregando las llaves a San Pedro, hasta las famosas estatuas del último período, copio el San Jorge, el San Juan Bautista y la Magdalena, en los que confirmó su calidad y enorme fuerza expresiva.

La influencia que este artista ejerció sobre los escultores posteriores fue tan grande, que algunos críticos llegaron a considerarla superior a la del mismo Miguel Ángel.