Rivalidad entre Leonardo y Miguel Angel


Debemos ocuparnos ahora del período más interesante de la vida del artista, durante el cual tuvo que demostrar con hechos las palabras que sobre su capacidad había escrito a Ludovico Sforza,.

Cuando él había alcanzado ya justa fama, otra lumbrera del Renacimiento, Miguel Ángel Buonarroti, que tenía veinte años menos, fue considerado como uno de sus rivales más serios. Ambos se envidiaban mutuamente, surgiendo entre los dos el deseo de medir las propias fuerzas. La ocasión se presentó cuando se les dio para esculpir un enorme bloque de mármol que había sido rechazado como inservible por varios artistas. Leonardo declaró que no podía hacer nada a no ser que se corrigieran las deficiencias con el agregado de nuevo material. El mármol pasó entonces a Miguel Ángel, quien opinó de modo distinto, poniéndose enseguida a trabajar en él. Con no pocos esfuerzos y maravillosa destreza esculpió el bloque, y de aquella piedra fría y muerta surgió la vida de nuevo bajo la forma de una de las esculturas más bellas del mundo, que representa a David, adolescente.

Este notable triunfo aumentó la rivalidad entre su autor y Leonardo. No tardó en presentarse otra oportunidad para medir las fuerzas de ambos artistas. Satisfechas, en efecto, las autoridades de Florencia, con la labor de Miguel Ángel, y, amantes de su hermosa ciudad, resolvieron decorar dignamente la sala del Concejo. Para tal efecto aprovecharon la rivalidad de los dos artistas, encomendando la mitad del salón a Leonardo y la otra mitad a Miguel Ángel. El tema de la decoración debía ser tomado de la guerra entre Pisa y Florencia, que terminó con el triunfo de los florentinos.

Leonardo vio en ello la oportunidad para recuperar parte de los laureles perdidos. Jamás dos caudillos se prepararon para una batalla con tanta solicitud y ansiedad. Doquiera llegaban noticias de tal competencia, reinaba el mayor interés y curiosidad. Leonardo y Miguel Ángel interpretaron el asunto de muy distinta manera. Miguel Ángel, aprovechando la lección de Leonardo, quien había estudiado a fondo la anatomía humana, prefirió representar a los soldados desnudos, en el agua, queriendo demostrar con ello sus aptitudes artísticas y sus conocimientos de la anatomía; Leonardo, en cambio, prefirió un enfoque de mayor vuelo: el momento en que el ejército florentino triunfa sobre los písanos, concentrando todas sus experiencias y facultades en el ademán de los guerreros, la expresión de los rostros que reflejan distintos estados de ánimo, mezcla de pavor y de esperanza, de valor y de fe, así como también en el júbilo del triunfo, la solitaria agonía del herido, el vigor y la audacia de los corceles; desgraciadamente, como tantas obras suyas, quedó inconclusa, llegando tan sólo hasta nosotros algunos de sus interesantes bocetos. El bosquejo total de la obra le llevó dos años de trabajo, después de los cuales desistió del titánico empeño.