Rafael, la escuela úmbrica y otros famosos pintores de esta escuela


Uno de los resultados más positivos de Miguel Ángel fue la influencia que ejerció en la tercera gran figura del Renacimiento italiano: Rafael Sanzio,. nacido en Urbino, en 1483. A los veinticinco años había adquirido ya justa fama y celebridad por sus trabajos en Perusa y Florencia, cuando fue llamado a Roma por Julio II.

Siendo niño aún, estudió con Perugino, famoso pintor de la llamada escuela úmbrica, cuyo estilo adquiría pronto de manera tan perfecta, que hoy resulta difícil establecer, cuando se comparan obras de ambos, cuál pertenece a uno y cuál al otro. Rafael estudió a todos los grandes pintores anteriores a él, cuyas mejores ideas llevó a sus cuadros. Los que influyeron con más fuerzas en él fueron, además de su maestro, Leonardo y Miguel Ángel; pero la influencia de este-último parece que no fue decisiva hasta que vio los frescos de la Capilla Sixtina; a partir de entonces su admiración por él fue acrecentándose cada vez más, no para imitarlo servilmente sino para tenerlo como estímulo en su propia superación. La obra de Rafael,, en la que se destacan la Academia de Atenas y la Disputa del Santísimo Sacramento, ofrece un sello muy personal, en el que sigue destacándose la procedencia úmbrica.

Uno de los primeros pintores que sobresalieron de esta escuela fue Gen-tile da Fabriano (1370-1427), cuyos cuadros quieren, como se ha dicho en otro lugar, reflejar la alegría de la vida. Perusa, capital de la antigua Umbría, fue cuna, además, de la obra de otros dos grandes artistas que, en cierto modo, prepararon el camino de Rafael: fueron ellos Bernardo Betti, il Pinturicchio (1454-1513) y Pedro Vannucci, il Perugino (1446-1524), algo mayor que el anterior. El primero fue un pintor religioso de obras notables por el movimiento de la composición y el brillo del colorido, así como también por la paz y beatitud que reflejan los rostros de sus imágenes. II Perugino, a su vez, es famoso por sus graciosas y alegres composiciones y su concepción de los temas religiosos, que se destacan por la belleza del colorido y la armonía de las líneas.

Aunque no forma parte de la escuela úmbrica, corresponde recordar en este lugar a Antonio Allegri, il Correggio, célebre pintor nacido en 1494, en Correggio (Módena), quien dejó varios cuadros famosos en el mundo entero. En aquellos tiempos los artistas no solían ser recompensados con esplendidez, pero parece ser que por uno de sus cuadros se le pagaron doscientas cincuenta monedas de oro. Esta obra, destinada a la iglesia del lugar, fue robada del altar donde se hallaba, y nunca fue recuperada.

Correggio aprendió el gran secreto de destacar en sus obras los efectos de luz y sombra, característica que distinguió también a Rembrandt, el gran maestro de la escuela flamenca, aunque este último no logró la suavidad y la dulzura que distinguen las obras de il Correggio. Este autor fue un digno émulo de Rafael, y si bien éste pintó de un modo más exquisito los efectos de las pasiones, il Correggio fue superior en el modo de expresar los efectos exteriores de los cuerpos, agregando la elegancia a la sinceridad y la majestad. Se dice que frente a la Santa Cecilia de Rafael, despertándose su verdadera vocación por la pintura, pronunció la célebre frase: “¡Añico son'pittore...!” (“¡También yo soy pintor...!”). Murió en 1534.