El rascacielos, conquista de la arquitectura moderna


La gran novedad arquitectónica de fines del siglo pasado y la que distingue las construcciones del siglo xx es el rascacielos, edificio de gran altura que nació en Estados Unidos de América y, más precisamente, en la ciudad de Nueva York.

Para ello fue menester que la técnica ofreciera elementos básicos como el hierro y el acero, primero, y el hormigón armado, después, para hacer posibles tales edificios con la necesaria solidez. La incorporación de ascensores eléctricos, en reemplazo de las escaleras, permitió aumentar cada vez más el número de pisos.

Inicialmente el rascacielos creció con cautela; al principio veinticinco pisos era lo normal, pero pronto se sumó al afán de superación el orgullo de las grandes empresas que se jactaban de tener los edificios más altos del mundo, hasta llegar, por ejemplo, al famoso Empire State cuya altura es de 335 m. Desde el punto de vista estético, el rascacielos ha sido muy discutido y prácticamente existe en Europa una corriente que le es adversa, porque su estructura no condice con la vieja tradición europea. Sin embargo, no podemos dejar de reconocer que, dentro de las líneas arquitectónicas actuales, el rascacielos impresiona por su majestad y da a las ciudades un aspecto de fuerza y poderío.